Atentado contra Miguel Uribe agudiza la tensión política en Colombia a un año de las elecciones presidenciales
El ataque al senador y precandidato del Centro Democrático reaviva los temores de violencia política en un país marcado por la polarización entre el gobierno de Gustavo Petro y la oposición.
El atentado a balazos contra Miguel Uribe Turbay, senador colombiano y precandidato presidencial por el Centro Democrático, causó conmoción en todo el país. El hecho ocurre a menos de un año de las elecciones presidenciales y revive los peores fantasmas de los años más violentos de Colombia, como la campaña de 1990, cuando tres candidatos fueron asesinados.
La tensión política viene en aumento. El presidente Gustavo Petro, enfrentado con el Congreso, anunció una consulta popular para avanzar con su reforma laboral pese al rechazo del Senado. Al mismo tiempo, acusa a la oposición de tramar un golpe de Estado y de amenazar su vida. Desde el otro lado, lo señalan por abuso de poder y hasta por consumo de drogas, una denuncia que hoy investiga el Congreso.
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En ese contexto, Petro endureció su retórica con insultos directos a dirigentes opositores y ataques al Senado. Analistas locales advierten que este clima de confrontación verbal extrema envalentona a sectores radicales y abre la puerta a hechos de violencia que podrían alterar por completo el rumbo de la campaña electoral.
Por el atentado fue detenido un adolescente de 15 años, pero la policía colombiana ya investiga a posibles autores intelectuales. Más de cien agentes trabajan en la causa y no se descarta ninguna hipótesis. Incluso los escoltas del legislador están bajo la lupa. El propio presidente Petro afirmó que “todas las líneas de investigación están abiertas”.
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Uribe Turbay, de 39 años, es nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala y una figura ascendente dentro de la oposición. Crítico frontal de Petro, las guerrillas y los narcos, el senador representa una de las alternativas más sólidas del espectro de derecha para las presidenciales de 2026. Su ataque no solo eleva la tensión política: también pone a Colombia frente al desafío de evitar que la violencia se apodere, una vez más, del proceso electoral.
Fuente: TN
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