Venezuela vota: el dilema imposible de la oposición entre abstenerse o legitimar a Maduro
Ante las elecciones legislativas y regionales del 25 de mayo, la oposición venezolana enfrenta un dilema histórico: participar y validar un proceso cuestionado o abstenerse y ceder todo el poder al chavismo, como ya ocurrió en otros comicios.
Este domingo 25 de mayo, Venezuela vivirá una nueva jornada electoral. Se renovarán los 285 escaños de la Asamblea Nacional, 260 legisladores estadales y los 24 gobernadores del país. Pero la cita en las urnas ha vuelto a instalar un dilema que persigue a la oposición desde hace dos décadas: ¿participar en elecciones con condiciones poco transparentes o abstenerse y entregar el control total al chavismo?
El escenario es complicado. Si la oposición se presenta y gana, no hay garantías de que el oficialismo reconozca el resultado. Si se abstiene, como ha ocurrido en elecciones anteriores, deja el camino libre para que el gobierno de Nicolás Maduro consolide aún más su poder.
Desde el fallido referendo revocatorio contra Hugo Chávez en 2004, un sector del antichavismo está convencido de que el oficialismo nunca permitirá una transición. Las denuncias de fraude, inhabilitaciones políticas, represión y uso del aparato estatal para campañas han marcado cada elección desde entonces.
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Las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 fueron un punto de inflexión: mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó la victoria de Maduro sin auditoría independiente, la oposición divulgó actas que le daban el triunfo a Edmundo González Urrutia. Desde entonces, más de 2.000 personas han sido detenidas y la represión se ha intensificado. González está exiliado y María Corina Machado, líder opositora, permanece en la clandestinidad.
Hoy, la oposición venezolana se debate entre dos estrategias. De un lado, los que impulsan la participación, con Henrique Capriles como figura visible; del otro, quienes promueven el boicot, encabezados por María Corina Machado. Ambos coinciden en que el proceso carece de condiciones democráticas, pero difieren en el objetivo.
Participar, dicen los analistas, puede traducirse en una representación testimonial, fácilmente ignorada por la mayoría oficialista. Pero abstenerse implica, una vez más, ceder todos los espacios institucionales, como ya ocurrió en 2005, 2017 y 2020. La historia parece repetirse, con una oposición dividida frente a una elección que no es solo legislativa: es otra batalla simbólica por el poder.
Fuente: BBC
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