Polémica por la demolición del interior del Luna Park para construir un estadio más grande
La empresa DF Entertainment fue la elegida en el concurso organizado por el Arzobispado, propietaria del espacio. Las remodelaciones contravienen normativas de protección histórica.
El emblemático estadio Luna Park, ícono cultural de la Ciudad de Buenos Aires, enfrenta un nuevo capítulo en su rica historia, esta vez marcado por la controversia: un proyecto de remodelación presentado por la empresa DF Entertainment, liderada por el empresario argentino Diego Finkelstein, propone demoler el interior del estadio.
A partir de estas obras, se busca ampliar el volumen del estadio en un 80% y duplicar su altura con una nueva fachada y un techo de mayores dimensiones. Estas modificaciones, sin embargo, contravienen las normativas de protección histórica tanto de la Nación como de la Ciudad, que resguardan al Luna Park como Monumento Histórico.
El conflicto surge de un concurso privado convocado por el Arzobispado de Buenos Aires y la comunidad salesiana, propietarios del estadio en partes iguales desde 2013, tras la herencia dejada por Ernestina Lectoure. A través de la auditora EY, las entidades religiosas lanzaron una licitación para la remodelación y explotación del Luna Park por un período de 20 años, con la condición de respetar las restricciones impuestas por su estatus protegido, que prohíben alterar la fachada, ampliar el volumen o demoler su estructura interna.
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En el proceso participaron diez oferentes, entre ellos DF Entertainment, S.A. La Nación, Fenix Entertainment, el productor Marcelo González y ASM Global. A pesar de las directrices, el Arzobispado seleccionó la propuesta de DF Entertainment, que contempla la construcción de un estadio significativamente más grande, lo que permitiría un mayor aforo y, en consecuencia, un canon más elevado para los propietarios.
Sin embargo, esta decisión ha generado críticas, ya que la iniciativa incumple las regulaciones vigentes. Se destaca que DF Entertainment cuenta con el 51% de su accionariado controlado por la corporación estadounidense Live Nation Entertainment Inc.
La controversia pone en jaque el equilibrio entre la modernización del Luna Park y la preservación de su valor histórico. Mientras el proyecto avanza, se esperan respuestas sobre cómo se garantizará la protección de este símbolo porteño, cuya trayectoria ha marcado generaciones.
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