La guerra de Hollywood: Netflix y Paramount se disputan Warner
Lo que comenzó como un anuncio de compra por parte de la plataforma, se convirtió en una disputa impensada que amenaza con poner definitivamente contra las cuerdas los viejos modos de consumo del cine.
Si usted es suscriptor de Netflix seguramente esta semana recibió un mail de la plataforma de streaming anunciando la adquisición de Warner Bros., incluidos sus estudios de cine y televisión, HBO Max y HBO. El anuncio, que suena bastante feliz en el mensaje oficial, celebra que a clásicas franquicias como Stranger Things, Merlina, El juego del calamar, Bridgerton en breve se reunirán en una misma pantalla a otras como Harry Potter, Friends, The Big Bang Theory, Game of Thrones, el Universo DC y títulos históricos como Casablanca. El mensaje no deja de ser llamativo porque si bien Netflix confirmó oficialmente la compra el pasado viernes 5, el acuerdo no está cerrado y hay disputas políticas y empresariales que parecen empantanarlo y se han convertido en la comidilla de Estados Unidos en los últimos días.
Pero caramba, después de confirmar la compra, en otro párrafo del mismo mensaje enviado por la plataforma se dice que si bien “por el momento, no habrá cambios de ningún tipo. Ambos servicios de streaming seguirán funcionando de forma independiente”, luego se aclara que “debemos seguir una serie de pasos antes de cerrar la transacción, incluidas aprobaciones por parte de autoridades reguladoras y de accionistas”. Así como lo vemos a primera vista, el mail de Netflix sonó más a una apurada para meter presión que a algo concreto.
Lo cierto es que más allá de las luchas de poder empresariales y los dilemas vinculados con leyes antimonopólicas que tendrán que ser tenidas en cuenta por quienes aprueben o no esta compra, la absorción de Warner por parte de Netflix plantea otros vericuetos que tienen que ver con las formas de consumo y producción audiovisual, que claramente se han visto modificadas de manera trepidante de la pandemia al presente. Si bien el de las plataformas era un proceso ineludible, aquellos meses de encierro hogareño potenciaron un mercado y modificaron métodos de consumo. Ir al cine es una actividad que está a la baja en todo el mundo y esta movida empresarial podría ser el tiro de suerte. Hace años la compra de FOX a manos de Disney generó su ruido, pero era una fusión entre empresas que tenían una visión similar. Aquí estamos hablando de un histórico del cine que desaparecería a favor de la empresa que vino a modificar y romper un sistema que parecía perfecto.
LA CAÍDA DEL HALCÓN WARNER
La primera pregunta que surge es cómo una empresa como Warner terminó en esta situación. Lo cierto es que la fusión Warner–Discovery realizada en 2022 no dio los resultados esperados y hoy la compañía tiene una deuda de 50.000 millones de dólares. Esta situación de debilidad financiera se acrecienta por situaciones de contexto como la baja de la publicidad en la televisión tradicional, la pérdida de abonados de la TV por cable y el escaso predicamento que tuvo el streaming HBO Max. Para los especialistas, la compañía no logró construir un modelo claro y competitivo que compensara los huecos generados por la caída del negocio lineal.
Los medios relacionados con el mundo bursátil señalan que desde la fusión, el valor de Warner-Discovery fue cayendo de manera sostenida. Si bien el catálogo de la compañía es uno de los más ricos de la industria cinematográfica norteamericana, la empresa no tenía el músculo para comercializarlos globalmente sin la presencia de un socio. Esta situación se sumó a decisiones polémicas, que llevaron a cancelaciones de producciones y a idas y vueltas que generaron inestabilidad, lo que hizo que la empresa exhibiera puertas afuera una debilidad mayúscula.
Ante ese escenario, el CEO David Zaslav impulsó un plan para separar los activos de la empresa y vender por un lado los estudios y el streaming, mientras que por el otro se pueden comercializar los canales de TV (CNN, Discovery, TNT, entre otros). Esto demuestra en cierta medida que la empresa cuenta con elementos de valor que seducen a cualquier comprador interesado, pero a la vez que es muy difícil de sostener de la manera en que se estaban llevando adelante los negocios. Warner parece haber caído presa de su propia ambición, esa que llevó a muchas empresas del rubro a tomar decisiones apresuradas durante la pandemia y ante el furor por las películas y series para ver en el hogar.
LA DISPUTA: NETFLIX-PARAMOUNT
Netflix pareció avanzar sobre terreno firme cuando confirmó el citado 5 de diciembre la compra de Warner-Discovery. Según se dijo en ese momento, el acuerdo definitivo era por 82.700 millones de dólares por la adquisición de los estudios de cine y televisión de Warner, incluyendo HBO y HBO Max. Netflix avanzó con la compra luego de la mencionada separación propuesta por Zaslav, por lo que la N no se haría cargo de canales como CNN, TNT, Discovery+, entre otros. De todos modos, ya se sabe que el acuerdo llevará -regulaciones por medio- un tiempo hasta efectivizarse, el cual la mayoría de los especialistas estiman que sería de entre 12 y 18 meses, por lo que la avanzada final recién se conocería -con suerte- en el último trimestre del año próximo.
Esto quiere decir que el acuerdo no está cerrado como lo plantea Netflix en su mail y que todavía restan las revisiones legales, que incluyen una mirada a la ley antimonopolio que en Estados Unidos es bastante poderosa. Incluso en la contienda se metió un jugador impensado, nada más y nada menos que el presidente Donald Trump. Según manifestó públicamente, no ve con buenos ojos la transacción ya que según su punto de vista podría haber problemas por el tamaña del mercado combinado. De hecho, dijo que seguirá atentamente el tema y que se involucrará en el asunto, algo que fue cuestionado desde algunos sectores de la política y el empresariado por cuanto este tipo de controles corresponden a agencias independientes y no a la política, mucho menos al presidente.
Y si lo de Trump no fue suficiente, el panorama se embarró bastante para Netflix con la aparición inesperada de un contendiente: Paramount Skydance. La compañía ofreció un acuerdo por 108.000 millones de dólares, superior al de la N, pero además en la compra incluiría el paquete de canales, por lo que sería mucho más seductora la propuesta. El interés repentino de Paramount Skydance llamó la atención, aunque los medios norteamericanos se han encargado de desentrañar el misterio y ahí apareció un nombre que ya mencionamos: Donald Trump. Es que entre los accionistas de Paramount Skydance se encuentran fondos soberanos del Golfo y firmas como Affinity Partners, que es nada más y nada menos propiedad del yerno de Trump, Jared Kushner.
Que el yerno del presidente participe en este acuerdo no es algo menor, sobre todo si se tiene en cuenta que el canal de noticias CNN, habitualmente incómodo a los intereses del republicano, entraría en la bolsa.
CAMBIA, TODO CAMBIA
Más allá de los vericuetos de la política y del mundo empresarial, en lo concreto para los usuarios de plataformas no se modificaría demasiado el panorama. Los contenidos de HBO Max pasarían a Netflix y hasta se ahorrarían la molesta separación de tener que ir cambiando de app para ver los contenidos favoritos. Esto es así, claro, si pensamos en el espectador de cine como un usuario, un consumidor hogareño. Sin embargo como ya han cuestionado productores, directores, exhibidores y algunas figuras como Jane Fonda, esto podría ser una estocada fatal para el cine como experiencia que se vive en las salas.
Algo que está en juego con esta compra es precisamente la defensa de esa experiencia, la de la sala a oscuras y la de participar del ritual con desconocidos. Netflix ha sido siempre contraria a este tipo de propuestas y ha lanzado a regañadientes algunos estrenos en pocas salas y en días contados. Su negocio está en el hogar. Si bien la promesa de mantener la exhibición en salas de las producciones de Warner está hecha, la experiencia real presenta algunas dudas. En el debate entran detalles como las ventanas de exhibición, ese trayecto que va desde la película en el cine a su llegada a la plataforma, que ya se han acortado bastante desde la pandemia en adelante.
Tal vez ir al cine sea un disfrute que pertenece a generaciones adultas y las nuevas generaciones no la tengan entre sus principales activos. Lo cierto es que ya sin el logo de FOX desde la compra de Disney, y con Warner en peligro de extinción, hay todo un mundo que amenaza con desaparecer.

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