Aumentan los casos de enfermedades intestinales crónicas
El fenómeno se vincula a cambios de estilo de vida como la alimentación ultra industrializada y la urbanización.
Especialistas reunidos en el Congreso Europeo de Gastroenterología en Berlín advirtieron un incremento sostenido de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn, en América Latina.
En la región, la tendencia también se replica. Los médicos locales consultados describen más consultas por diarreas persistentes, sangrado, dolor abdominal y pérdida de peso, síntomas que suelen demorarse en la consulta inicial y enlentecen el diagnóstico. El llamado de los especialistas es a detectar de forma temprana para evitar internaciones, cirugías y el deterioro de la calidad de vida.
La colitis ulcerosa afecta el revestimiento del colon, mientras que la enfermedad de Crohn puede comprometer todo el tubo digestivo y generar estrecheces o fístulas. Además, hasta cuatro de cada diez pacientes pueden presentar manifestaciones extraintestinales, como artritis, lesiones cutáneas, oculares o hepáticas, por lo que se recomienda un seguimiento multidisciplinario.
En el frente terapéutico, el objetivo ya no es solo controlar los síntomas, sino alcanzar una remisión profunda y sostenida, desinflamando de manera objetiva y manteniendo esa respuesta en el tiempo.
A los tratamientos clásicos, antiinflamatorios, corticoides e inmunomoduladores, se suman los biológicos y las pequeñas moléculas, junto con una nueva generación de fármacos que actúan sobre mecanismos inmunes específicos.
Los especialistas insisten en dos claves que marcan la diferencia: la adherencia al tratamiento y la educación del paciente. Entender qué es la remisión, reconocer las señales de alarma y adoptar hábitos saludables, alimentación equilibrada, control del estrés, actividad física y buen descanso, reduce las recaídas y mejora la calidad de vida.
En Argentina avanza la construcción de registros nacionales para conocer con precisión cuántos pacientes hay, en qué zonas y con qué perfiles clínicos. Esta información permitirá planificar políticas públicas más efectivas, mejorar el acceso a los diagnósticos y tratamientos de alta complejidad, y orientar campañas de detección temprana.
Fuente: Infobae
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