Una mujer dio a luz a los 63 años en Brasil y reabre el debate sobre los límites de la maternidad
Tuvo un bebé con su pareja de 35 años mediante fertilización in vitro con óvulo donado. Expertos advierten sobre los riesgos médicos de un embarazo a edad avanzada y los desafíos para la salud materno-infantil.
Un caso de maternidad tardía extrema ocurrido en Brasil volvió a encender el debate sobre cuál es el límite biológico y ético para llevar adelante un embarazo. Una mujer de 63 años dio a luz a un bebé gestado mediante un tratamiento de fertilización in vitro con un óvulo donado y los espermatozoides de su pareja, un hombre de 35 años sin hijos.
La mujer, que ya tenía dos hijos de 40 y 42 años, se convirtió nuevamente en madre, aunque la diferencia generacional hace que el nuevo hijo tenga una edad más cercana a la de un nieto para sus hermanos. El caso generó repercusión internacional y reavivó la discusión médica sobre las implicancias de una gestación tan tardía.
La Dra. Elena Casal, especialista en ginecología y obstetricia del Grupo Maternoperinatal de la Clínica Pueyrredón (MP 92.696), explicó que desde el punto de vista biológico, “la edad reproductiva de la mujer tiene un principio y un fin bastante estandarizados: desde los 10 u 11 años con el inicio de la menstruación, hasta un promedio de 45 a 55 años con la menopausia”. Más allá de ese límite natural, indicó, la capacidad para gestar se ve comprometida y aumentan los riesgos.
“Una mujer de 60 años, aunque esté sana, tiene su aparato cardiovascular y su organismo en general con una edad real de 60, no de 30 ni de 40. Y eso implica un riesgo metabólico y cardiovascular”, advirtió Casal. “Fabricar un cuerpo dentro de otro cuerpo, a partir de uno mismo, es una tarea brutal. El milagro de la vida es ese, y requiere salud para sostenerlo”, agregó.
Si bien las técnicas de fertilización pueden preparar el útero para recibir un embrión incluso en etapas postmenopáusicas, los riesgos persisten. La especialista señaló que en su experiencia atendió embarazos exitosos de mujeres de hasta 52 años con óvulos donados, aunque no lo recomienda. “Con 62 o 63 años, definitivamente no es aconsejable. El riesgo para la madre y el bebé es alto”, afirmó.
El fenómeno del retraso en la maternidad ha crecido en las últimas décadas por factores sociales, económicos y culturales. Muchas mujeres priorizan su desarrollo profesional y postergan la decisión de ser madres. También ha cambiado el modelo de familia y se ha ampliado la autonomía de decisión sobre el momento de buscar un hijo.
Una investigación liderada por Mikko Myrskylä, del Instituto Max Planck, y Kieron Barclay, de la London School of Economics, analizó los efectos del retraso en la maternidad en 1,5 millones de personas. El estudio reveló que los hijos de madres mayores de 40 años tendían a tener mejor salud, un lenguaje más desarrollado, mayor altura y mejor rendimiento escolar que los nacidos de madres adolescentes.
Los investigadores vincularon estos beneficios con un mayor acceso a la educación, mejores condiciones económicas y una crianza más sensata, con menos conflictos generacionales. Sin embargo, aclararon que el retraso en la maternidad también se asocia a un mayor riesgo de complicaciones perinatales y enfermedades genéticas, como el síndrome de Down.
En definitiva, el caso reabre un debate profundo que cruza lo médico, lo ético y lo cultural. Como concluyó la Dra. Casal: “Desde el deseo, cada mujer puede decidir cuándo ser madre. Pero desde la medicina, el embarazo a los 63 años es claramente riesgoso”.
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