Una molécula intestinal reconfigura el origen de la aterosclerosis y abre nuevas vías terapéuticas
Investigadores españoles identificaron al propionato de imidazol, una sustancia generada por la microbiota, como posible responsable clave en el desarrollo de placas ateroscleróticas.
Investigadores españoles identificaron al propionato de imidazol, una sustancia generada por la microbiota, como posible responsable clave en el desarrollo de placas ateroscleróticas, incluso sin alterar los niveles de colesterol. El hallazgo, publicado en la revista Nature, plantea un cambio de paradigma en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de España realizó un hallazgo que podría transformar la comprensión actual de la aterosclerosis: identificaron al propionato de imidazol (ImP), una molécula producida por las bacterias intestinales, como un factor que impulsa la formación de placas en las arterias, incluso sin modificar el colesterol sanguíneo.
El estudio fue publicado en la reconocida revista científica Nature bajo el título “El propionato de imidazol es un factor impulsor y un objetivo terapéutico en la aterosclerosis”, y plantea una pregunta crucial: ¿es realmente el colesterol el único responsable del taponamiento arterial?
De las bacterias a la inflamación
Los ensayos se realizaron en ratones propensos a desarrollar la enfermedad, y en 400 voluntarios humanos. Los científicos descubrieron que el ImP se acumula en el intestino y está vinculado a un aumento de la inflamación y la formación de placas ateroscleróticas, aún cuando los niveles de colesterol permanecen normales. Esto cuestiona la visión clásica que vincula exclusivamente al colesterol con el desarrollo de la enfermedad.
Según los expertos, esta molécula representa una nueva diana terapéutica para futuros tratamientos, y abre el camino a estrategias personalizadas en base al perfil de microbiota de cada individuo.
Nuevas estrategias: dieta, probióticos y más
El descubrimiento apunta también al intestino como espacio clave para la prevención. Cambios en la alimentación —como una dieta rica en fibra y baja en grasas saturadas—, el uso de probióticos específicos o incluso el trasplante de microbiota fecal son posibles caminos para regular la presencia del ImP en el organismo y disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Además, los investigadores ya trabajan en el desarrollo de fármacos capaces de inhibir la producción o bloquear la acción del ImP, lo que podría representar un avance crucial en la lucha contra infartos, ACV o insuficiencias circulatorias.
Hacia una medicina personalizada
Con este hallazgo, los expertos no descartan que en un futuro cercano se implementen terapias personalizadas basadas en el análisis del microbioma intestinal, combinadas con los tratamientos convencionales, para mejorar la eficacia clínica y reducir los riesgos cardiovasculares.
El estudio español, respaldado por una publicación de alto impacto como Nature, no solo redefine el enfoque científico, sino que también abre la puerta a una nueva generación de tratamientos que podrían salvar millones de vidas.
Fuente: Revista Nature
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