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    Los Oesterheld y Montoneros: Militancia, Desapariciones y Destino Final

    La vida y obra del reconocido guinosita de historietas crador del Eternauta

    11 de mayo de 2025 - 13:17
    Los Oesterheld y Montoneros: Militancia, Desapariciones y Destino Final
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    Héctor Germán Oesterheld, reconocido guionista de historietas (creador de El Eternauta), se involucró políticamente a comienzos de los años 70 junto a sus hijas. Aunque originalmente no era peronista, acabó sumándose a Montoneros –la organización político-militar de la izquierda peronista– influido por ellas. Su compromiso ideológico se reflejó cada vez más en sus obras; por ejemplo, en 1970 escribió una historieta biográfica de Eva Perón con fuerte tono político, y poco después realizó una sobre el Che Guevara que fue censurada por el régimen de entonces. Hacia 1973-74, Oesterheld comenzó a colaborar directamente con el aparato propagandístico de Montoneros: fue parte de la estructura de prensa de la organización. Bajo seudónimos, aportó guiones e ilustraciones de contenido histórico-político en revistas vinculadas a Montoneros, como El Descamisado –donde desde el Nº10 publicó la serie “450 años de lucha contra el imperialismo”– y el diario Noticias (medio semiclandestino montonero). No hay evidencia documentada de que haya participado personalmente en acciones armadas; su papel fue principalmente intelectual y logístico, elaborando materiales de difusión ideológica. De hecho, su esposa Elsa Sánchez relató que Oesterheld, un hombre de convicciones pacifistas, terminó “poniendo en riesgo a sus hijas” al apoyar a un movimiento violento aunque él no empuñara las armas.

    En 1976, tras el golpe de Estado que instauró la última dictadura cívico-militar en Argentina, Oesterheld pasó a la clandestinidad. Continuó escribiendo –terminó el guion de El Eternauta II escondido en casas seguras– mientras Montoneros era perseguido. A esas alturas, tanto él como sus cuatro hijas militaban activamente en Montoneros. Oesterheld tenía 58 años en 1977, y era considerado un “cuadro de superficie” de la organización (no combatiente directo). Su notoriedad pública como escritor y su trabajo para la prensa montonera lo convirtieron en un blanco del régimen.

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      1976: Primeros golpes – Desaparición de Beatriz y Diana

      El terror de Estado golpeó primero a los más jóvenes de la familia. Beatriz Oesterheld, la hija menor (19 años), militaba en la Juventud Peronista de Montoneros realizando trabajo político barrial. El 19 de junio de 1976 fue secuestrada por un grupo de tareas del Ejército en la zona norte del Gran Buenos Aires. Ese día se había reunido con su madre Elsa en una confitería de Martínez, y luego partió hacia Villa La Cava (San Isidro) donde militaba, pero nunca llegó. Dos días después un desconocido le informó a Elsa que Beatriz estaba “detenida por el Ejército”. Pese a las desesperadas gestiones de la madre (denuncias, hábeas corpus, consultas a jueces y sacerdotes), el final fue trágico: el 7 de julio de 1976 la citaron a la Comisaría de Virreyes, donde le entregaron el cadáver de Beatriz y le informaron que “había muerto junto con otros cinco chicos”. Beatriz se convirtió así en la única de las hermanas Oesterheld cuyos restos fueron recuperados y sepultados por su familia. Las circunstancias exactas de su muerte no fueron clarificadas por las autoridades de la época; se presume que fue asesinada en cautiverio o en un simulacro de enfrentamiento armado.

      En paralelo, la segunda hija más joven, Diana Irene Oesterheld (23 años), también fue atacada por la represión en 1976. Diana militaba en Montoneros junto a su compañero Raúl Ernesto Araldi, un importante cuadro de la organización. Ambos se habían trasladado a San Miguel de Tucumán, provincia donde actuaban remanentes guerrilleros y operaba el “Operativo Independencia” del Ejército. El 7 de agosto de 1976, estando Diana embarazada de 6 meses, una unidad de la Policía tucumana irrumpió en su domicilio y la secuestró. En el operativo también apresaron a su hijito de 1 año, Fernando, quien fue abandonado como NN en la Casa Cuna (orfanato) de Tucumán. Diana fue vista por testigos detenida en la Jefatura de Policía de Tucumán, donde permaneció un tiempo. Su pareja, Raúl Araldi, logró eludir la captura inicial; sin embargo, continuó la militancia clandestina hasta que fue emboscado un año después. El 31 de julio de 1977, Araldi fue localizado por fuerzas represivas en la localidad de Banda del Río Salí (frontera entre Tucumán y Catamarca) y murió acribillado cuando resistió su secuestro en la vía pública. Su cuerpo fue llevado a la Jefatura de Tucumán como trofeo. Décadas más tarde, en 2010, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos enterrados como NN en un cementerio de San Miguel de Tucumán.

      Diana Oesterheld nunca reapareció. Se cree que fue trasladada luego a Campo de Mayo (Buenos Aires), uno de los mayores centros clandestinos de detención del país, donde habría dado a luz a su segundo hijo en cautiverio. Ni Diana ni el bebé nacido en cautiverio fueron encontrados hasta hoy. Abuelas de Plaza de Mayo estima que ese niño o niña debió nacer en noviembre de 1976 y continúa buscándolo activamente. En suma, para fines de 1976, la familia Oesterheld ya había perdido a dos hijas: Beatriz (asesinada, con entrega del cuerpo) y Diana (desaparecida, embarazada). Estas muertes evidenciaron la ferocidad con que la dictadura perseguía no solo a combatientes sino también a militantes políticos y sus entornos familiares, por su mera vinculación con Montoneros.

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        1977: Clandestinidad, captura de Oesterheld y caída de Estela y Marina

        A inicios de 1977, con dos hijas menos, Héctor Oesterheld intensificó su clandestinidad. Vivía oculto en La Plata, usando casas seguras, mientras terminaba trabajos pendientes (El Eternauta II). El 27 de abril de 1977, un operativo militar finalmente dio con él: efectivos del Ejército argentino lo secuestraron en La Plata. Según testimonios recopilados, tras su captura fue llevado al centro clandestino “El Vesubio” (en Aldo Bonzi, provincia de Buenos Aires) y posteriormente trasladado por distintos campos de detención. Uno de sus compañeros de cautiverio, Eduardo Arias, brindó años después un estremecedor testimonio ante la CONADEP (incluido en el Informe Nunca Más): describió que para fines de 1977 Oesterheld tenía un estado físico “muy, muy penoso” –tenía entonces 60 años–, y recordó haber pasado la Nochebuena de 1977 con él en El Vesubio, ocasión en que Héctor pidió saludar uno por uno a los demás presos, despidiéndose con un apretón de manos, como el más anciano del grupo. Ese sería el último año de vida del escritor. Si bien no se conocen detalles precisos de su muerte (la dictadura no registraba oficialmente estas ejecuciones clandestinas), se presume que Oesterheld fue asesinado a comienzos de 1978 en algún predio militar de la zona de Mercedes (provincia de Buenos Aires). Sus restos nunca fueron hallados. Héctor Oesterheld pasó así a engrosar la trágica lista de intelectuales desaparecidos por el terrorismo de Estado.

        Mientras Oesterheld permanecía cautivo en 1977, las dos hijas que seguían con vida corrieron la misma suerte ese año. Estela Inés Oesterheld, la hija mayor (25 años), militaba en Montoneros junto a su esposo, el correntino Raúl “El Vasco” Mórtola. Mórtola había sido miembro de la organización FAR y, tras su fusión con Montoneros, ejercía roles de apoyo: por ejemplo, fue responsable de la seguridad del diario Noticias (prensa montonera) en 1974. Para 1977, la pareja operaba en la clandestinidad en el conurbano bonaerense, viviendo bajo identidades falsas. El 13 de diciembre de 1977, fuerzas conjuntas (policías de la Provincia de Buenos Aires y militares) rodearon su casa de refugio en Longchamps (partido de Almirante Brown). Se produjo un enfrentamiento armado: Mórtola abrió fuego intentando cubrir la huida de Estela, pero fue abatido a balazos. Estela, que cursaba un embarazo de aproximadamente 4 meses, trató de escapar corriendo y fue alcanzada por los disparos de los agentes, quedando gravemente herida. Según testimonios de vecinos y sobrevivientes, los captores la subieron con vida a un vehículo y la llevaron supuestamente a un hospital, pero nunca más se supo de ella. Lo más probable es que Estela haya sido ejecutada poco después del operativo, convirtiéndose en desaparecida. De hecho, informes recogidos años más tarde señalan que fue “fusilada pese a su embarazo” por los represores que la capturaron. Tenía 25 años.

        Un detalle revelador de la sevicia de los captores: Estela y Raúl Mórtola tenían un hijito de 3 años llamado Martín Miguel Mórtola Oesterheld. Tras el tiroteo, el niño fue tomado por los policías/militares y llevado temporalmente ante su abuelo Héctor, quien seguía detenido en El Vesubio. “Le trajimos al nene, que estuvo con el abuelo”, relatarían los perpetradores, usando al niño como instrumento de tormento psicológico hacia Oesterheld. Luego de esa macabra exhibición, Martín fue entregado a su abuela Elsa. Afortunadamente, Martín creció bajo el cuidado de su abuela y sobrevivió a la dictadura. Estela, en cambio, permanece desaparecida; ni ella ni el bebé que gestaba fueron hallados. En cuanto a Raúl Mórtola, su cuerpo tampoco fue devuelto a la familia –posiblemente fue enterrado como N.N. en alguna fosa común–. Hoy ambos figuran entre los detenidos-desaparecidos de Montoneros.

        La última de las hijas Oesterheld en ser alcanzada por el terrorismo de Estado fue Marina Oesterheld, de 20 años, quien hasta mediados de 1977 había logrado permanecer oculta. Marina militaba junto a su pareja, Alberto Oscar Seindlis, dentro de Montoneros; sus compañeros los conocían por los alias “La Pantera” (ella) y “Víctor” o “El Negro” (él). A finales de 1977, Marina cursaba un embarazo avanzado. El 27 de noviembre de 1977, en la zona sur del Gran Buenos Aires, ambos fueron secuestrados por un operativo de fuerzas de seguridad (probablemente del Ejército, en coordinación con la Policía Bonaerense). Marina tenía 8 meses de embarazo en el momento de su captura. Existen indicios de que fue mantenida con vida al menos hasta dar a luz: según Abuelas de Plaza de Mayo, su hijo o hija debió nacer entre diciembre de 1977 y enero de 1978 en cautiverio. Ni Marina, ni Alberto Seindlis, ni el bebé que esperaban volvieron a aparecer. Los tres continúan desaparecidos al día de hoy. Marina Oesterheld fue, trágicamente, la última pieza en caer de la familia.

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          Acusaciones sobre la participación en acciones armadas

          Tanto Héctor Oesterheld como sus hijas militaron en Montoneros principalmente en roles políticos, de inteligencia o de apoyo, más que como combatientes de primera línea. Sin embargo, se han documentado algunas vinculaciones concretas con operativos montoneros en el caso de Estela. De acuerdo con testimonios y fuentes periodísticas, Estela Oesterheld –bajo el nombre de guerra “Marcela”– habría participado en un atentado ocurrido el 6 de diciembre de 1977 en la localidad de Monte Chingolo (prov. de Buenos Aires). Aquel día, un comando de Montoneros emboscó a un policía bonaerense (cabo 1º Herculano Ojeda) que custodiaba una sucursal del Banco Provincia. Los guerrilleros le dispararon e hirieron, y una integrante femenina del grupo remató al agente prendiéndolo fuego con combustible. Durante la retirada, los atacantes efectuaron tiros indiscriminados de cobertura, uno de los cuales hirió de muerte a un niño de 3 años que estaba con su madre comprando un helado en la esquina –el pequeño Juan Eduardo Barrios–. Montoneros, en un comunicado posterior, se atribuyó el “ajusticiamiento” del policía Ojeda (considerado objetivo militar), pero obviamente no mencionó a la víctima civil. Años después, el padre del niño, Isaac Barrios, declaró que fuentes oficiales le informaron que la autora de los disparos habría sido Estela Inés Oesterheld. Esta versión fue publicada por el diario La Nación en 2021, señalando a Estela como partícipe del ataque y responsable de las muertes de Ojeda y del niño Barrios. Es importante aclarar que dicha atribución proviene de testimonios de la época y de investigaciones periodísticas posteriores, dado que Estela ya estaba desaparecida cuando trascendió esta información. No hubo un juicio formal que la inculpara (ni pudo ejercer defensa), por lo que este hecho queda asentado históricamente como una acusación basada en informes de inteligencia y relatos de víctimas, más que una condena judicial firme. Con todo, la consistencia de varios relatos y la coincidencia de alias permiten sostener que probablemente sí estuvo involucrada en ese operativo contra la policía en Monte Chingolo.

          Respecto a las demás hijas Oesterheld, no existen registros públicos de su participación en acciones armadas específicas como atentados o enfrentamientos de relevancia pública. Diana y Marina, por su juventud, parecen haber actuado principalmente como militantes de base o en tareas de logística. Diana, por ejemplo, acompañó a Araldi en su militancia, pero no se le adjudica ningún hecho de sangre individual. Beatriz, a sus 19 años, realizaba trabajo territorial en villas miseria (como Villa La Cava) al momento de su secuestro, sin evidencia de que haya integrado células combatientes. Esto no impidió que la dictadura las considerara peligrosas: la represión no distinguía grado de participación, y la sola “militancia montonera” –aun sin empuñar armas– bastaba para la eliminación. Las fuerzas armadas justificaban estas muertes bajo la doctrina de “aniquilamiento de la subversión”. En síntesis, Héctor Oesterheld aportó principalmente en el frente propagandístico de Montoneros, y sus hijas –todas militantes peronistas revolucionarias– contribuyeron en distintas áreas (comunicación, base social, etc.), habiendo solo constancia fehaciente de la participación de Estela en al menos un atentado. Ninguno de ellos tuvo posibilidad de rendir cuentas ante la justicia por sus actos, pues fueron víctimas de desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales a manos del Estado.

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            Secuelas y búsqueda de justicia

            La familia Oesterheld fue virtualmente aniquilada por la dictadura. Elsa Sánchez de Oesterheld –esposa de Héctor y madre de las cuatro– quedó como la única sobreviviente directa. Tras perder a toda su familia entre 1976 y 1978, Elsa dedicó el resto de su vida a la búsqueda de sus seres queridos y de sus nietos perdidos, integrándose a la organización Abuelas de Plaza de Mayo. Dos de sus hijas estaban embarazadas al ser secuestradas, por lo que Elsa buscó incansablemente a esos bebés apropiados por los represores. Lamentablemente, hasta 2025 ninguno de los dos ha sido hallado ni restituido a su familia biológica. Los nietos que sí sobrevivieron con identidad conocida –Martín Mórtola Oesterheld (hijo de Estela) y Fernando Araldi Oesterheld (hijo de Diana)– fueron criados por sus abuelos y hoy son adultos que mantienen viva la memoria de sus padres.

            En cuanto a la justicia penal, con el retorno de la democracia se documentaron estos crímenes en informes oficiales (Nunca Más, CONADEP 1984) y se iniciaron causas judiciales. Algunos responsables directos e indirectos del terrorismo de Estado han sido condenados en juicios por la verdad. Por ejemplo, se comprobó la existencia del centro clandestino El Vesubio y varios de sus jefes (oficiales del Ejército) fueron sentenciados, aunque el asesinato de Oesterheld no está individualizado en una condena, por falta de restos y registros –se sabe que probablemente murió bajo custodia militar en 1978–. De igual modo, los crímenes contra las hijas y yernos están integrados en macro-causas sobre desaparecidos de Zona Norte, Campo de Mayo y Tucumán. Algunos perpetradores, como el ex policía tucumano Roberto “El Tuerto” Albornoz (quien se apropió de la casa de Diana en Tucumán) han sido juzgados y condenados por múltiples casos de secuestros, torturas y homicidios, que incluyen el de Diana Oesterheld. Sin embargo, muchas incógnitas persisten: no se han recuperado los cuerpos de Héctor, Diana, Estela, Marina ni de sus compañeros Mórtola y Seindlis, lo que dificulta cerrar judicialmente cada caso. La familia Oesterheld simboliza la tragedia de miles de familias argentinas destruidas en aquellos años: su historia –investigada en libros como Los Oesterheld de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami– es un recordatorio de cómo la violencia política de los 70 arrasó con vidas, ideales y generaciones enteras.

            A continuación se presenta una tabla resumen con los datos clave de cada integrante de la familia nuclear Oesterheld que fue víctima de la represión:

            Nombre

            Militancia / Rol en Montoneros

            Fecha de secuestro/muerte

            Situación actual

            Héctor Germán OesterheldMiembro de Montoneros (estructura de prensa y difusión). No consta participación directa en acciones armadas.Secuestrado el 27/04/1977 (La Plata). Visto en CCD “El Vesubio” hasta fines de 1977.Desaparecido. Presuntamente asesinado en 1978 (no hay restos identificados).
            Estela Inés OesterheldMilitante peronista montonera. Alias “Marcela”. Operó en Juventud Peronista y aparato militar de superficie. Sindicada en 1977 como partícipe de un atentado (Monte Chingolo).Muerta el 13/12/1977 en Longchamps (GBA) durante operativo represivo. Embarazada de ~4 meses.Desaparecida. Ejecutada tras caer herida; su cuerpo nunca fue entregado. Tenía 25 años. Su hijo de 3 años sobrevivió.
            Diana Irene OesterheldMilitante de Montoneros. Activismo político en Tucumán. No hay registros de acción armada individual; acompañaba la militancia de su esposo (Araldi).Secuestrada el 07/08/1976 en San Miguel de Tucumán. Embarazada de ~6 meses. Vista en Jefatura de Policía (Tuc.) en 1976.Desaparecida. Habría dado a luz en cautiverio (Campo de Mayo) a fines de 1976. Fue asesinada posteriormente; no se recuperaron sus restos. Tenía 23 años.
            Beatriz Marta OesterheldMilitante de base en Montoneros (JP). Trabajo social en barrios humildes (Villa La Cava). Sin participación armada conocida.Secuestrada el 19/06/1976 (zona Martínez-San Isidro). Notificada muerta el 7/07/1976 en Comisaría Virreyes.Asesinada. Cuerpo entregado a la familia (murió con “otros cinco” en operativo). Fue enterrada por sus padres. Tenía 19 años.
            Marina OesterheldMilitante de Montoneros. Alias “La Pantera”. Participación política clandestina; no se documentan acciones armadas.Secuestrada entre el 27/11/1977 y 5/12/1977 (zona sur GBA). Embarazada de 8 meses.Desaparecida. Dio a luz en cautiverio (dic 1977 aprox.), luego fue asesinada. No se hallaron sus restos ni el bebé nacido en cautiverio. Tenía 20 años.
            Carlos Domingo Della Nave (yerno, pareja de Beatriz)Montonero. Alias “Cacho” / “Juan sin Tierra”. Integrante del aparato de inteligencia y comunicaciones; colaborador cercano de Rodolfo Walsh.Secuestrado el 13/09/1976 (Lanús, Prov. Bs. As.), tres meses después de Beatriz.Desaparecido. Presuntamente asesinado en cautiverio. No recuperado. Edad 27 años.
            Raúl Ernesto Araldi (yerno, esposo de Diana)Montonero. Cuadro político-militar de la Columna Sur. Formación sindical (JTP) y experiencia en unidades básicas de combate.Muerto el 31/07/1977 en Banda del Río Salí, Tucumán, al resistir captura. Secuestrado herido, fallecido bajo custodia policial.Asesinado. Cuerpo enterrado como NN; identificado en 2010 (EAAF). Tenía 29 años.
            Raúl Oscar Mórtola (yerno, esposo de Estela)Montonero (ex-FAR). Alias “El Vasco”. Activista sindical y villero en JP. Jefe de seguridad del diario Noticias (prensa montonera) en 1974.Muerto el 13/12/1977 en Longchamps durante tiroteo contra fuerzas armadas que allanaron su casa.Asesinado. Falleció en el lugar por balas enemigas. Cuerpo no entregado (posible entierro clandestino). Tenía 28 años.
            Alberto Oscar Seindlis (yerno, pareja de Marina)Montonero. Alias “Víctor” / “El Negro”. Militante político-clandestino en zona norte y sur GBA.Secuestrado el 27/11/1977 (zona sur GBA) junto a Marina.Desaparecido. Presumiblemente asesinado en 1978 en centro clandestino; sin rastro hasta hoy. Tenía 28 años.
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            • El Eternauta

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