La liga rebelde que murió para que la NBA pudiera volar
El baloncesto profesional actual es una máquina de hacer espectáculo y dinero. Vemos estadios llenos, transmisiones en HD a todo el mundo y atletas tratados como estrellas de cine.
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La NBA se vende como corporativa y seria, pero su corazón y su juego son de la calle. Hubo un tiempo en que el baloncesto era un deporte rígido, hasta que surgió una liga rival y salvaje que vino a desafiar el orden. La American Basketball Association (ABA) nació joven y murió joven, pero en sus pocos años de vida le dio a este deporte la energía que necesitaba.
Hoy en día no se puede concebir un partido sin tiros de larga distancia o volcadas espectaculares, situaciones que garantizan el espectáculo, en especial con las apuestas NBA. Pero lo que pocos conocen es que las señas de identidad del juego actual no fueron concebidas por la liga profesional; de hecho, fueron robadas. La NBA tuvo que tragarse a su rival rebelde para no quedarse atrás y así adquirió la marca visual y cultural que hoy conocemos.
La pelota tricolor y la anarquía estética
La ABA se fundó en 1967 con una idea en mente: diferenciarse visualmente del producto genérico que vendían sus competidores. Mientras que la liga oficial jugaba con el balón naranja de siempre y no permitía excesos de creatividad en la cancha, los rebeldes sacaron una pelota roja, blanca y azul. Este balón tricolor no solo se veía mejor en las televisiones de entonces, sino que hipnotizaba al girar en el aire.
El juego en esta liga alternativa era más rápido, más agresivo. Se permitía más contacto físico, se favorecía la velocidad sobre la lenta táctica posicional y los jugadores usaron esta libertad para mostrar su estilo. Los peinados afro gigantescos, las cintas para la cabeza y las cadenas de oro se convirtieron en una vista común en los gimnasios de la ABA.
Por primera vez la cultura callejera afroamericana se adueñó de la narrativa del deporte profesional y conectó con el público juvenil que la NBA, con su conservadurismo, no lograba alcanzar.
La combinación que revolucionó el juego para siempre.
La aventura rebelde no pudo sobrevivir y en 1976 la ABA se declaró en quiebra. Pero su influencia había sido tan grande que la NBA no pudo dejarla morir, por lo que aceptó una fusión que esencialmente era una adquisición de cuatro equipos importantes: los San Antonio Spurs, los Denver Nuggets, los Indiana Pacers y los New York Nets. Estos equipos trajeron sus jugadores y, lo que es más relevante, dos nuevas reglas que salvarían al baloncesto del aburrimiento:
La primera fue la línea de tres puntos. La anticuada liga detestaba el triple y lo tildaba de truco de circo barato, pero la ABA lo había convertido en su arma para protagonizar finales de infarto. Con la llegada de los cuatro nuevos equipos, la regla finalmente se hizo efectiva en 1979.
La segunda gran aportación fue el Concurso de Mates. Parar el juego a ver quién saltaba más alto y con más estilo surgió en los tiempos muertos de la liga rebelde. Hoy el fin de semana de las estrellas no se entiende sin este evento y sin el peligro del tiro lejano.
El puente aéreo Julius Erving
Si hubo alguien que representó este cambio fue Julius Erving, el Dr. J, estrella de la ABA y el hombre que legitimó el talento de la liga rebelde ante los incrédulos. Su juego no se parecía a nada que hubiera visto antes.
El Dr. J agarraba el balón y saltaba hacia la canasta con gracia y fuerza antigravitacional. Él hizo del mate un arte y no solo una manera de conseguir dos puntos.
Cuando llegó la fusión y Erving pasó a jugar con los Philadelphia 76ers de la NBA, el mundo vio lo que se había perdido. Su éxito instantáneo dejó claro que los jugadores de la liga tricolor eran superiores físicamente.
El Dr. J fue un puente cultural y deportivo, el Maradona del baloncesto; inspiró directamente a la próxima generación de voladores, incluido un joven Michael Jordan. Sin la influencia estética de Erving y sus años en la liga alternativa, puede que nunca hubiera existido la superestrella solitaria que salta sobre la defensa.
La internacionalización de un producto
Después de absorber la inventiva de su antiguo competidor, la NBA refinó el modelo. La liga retomó el estilo llamativo de la ABA y le dio estructura corporativa.
En los años 80 y 90, de la mano de David Stern, el baloncesto estadounidense se expandió como nunca. Se construyeron arenas modernas, se negociaron los derechos de televisión para hacer de los juegos eventos mundiales.
El clímax de este proceso fue el Dream Team de 1992. Mandando a sus mejores hombres a los Juegos Olímpicos de Barcelona, la liga le declaró al mundo que el baloncesto era el futuro. La internacionalización trajo talento extranjero que hizo el juego aún mejor.
La NBA de hoy es la combinación de la rigidez administrativa que heredaron de aquella liga rebelde de balón tricolor con la locura creativa que también heredaron de aquella liga.

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