Festival de Mar del Plata: cierran las competencias a la espera de los premios
La desesperante comedia de enredos "Shiva Baby", debut de la canadiense Emma Saligman, se presentó hoy como uno de los dos últimos filme de la Competencia Internacional de la edición 35 del Festival de Cine de Mar del Plata, en lo que es una cinta entretenida y desesperante a la vez.
La primera escena de la película ya demuestra que la vida de Danielle, la protagonista, no va de la mano con la sinceridad. En esos primeros minutos, corta el sexo para ir a escuchar un mensaje de su madre, quien le reclama no estar en el funeral de un pariente que nadie sabe muy bien quién es.
Se viste y le dice a Max que se tiene que ir a un "almuerzo", pero antes de eso, le reclama dinero. Pareciera ser una prostituta, pero queda claro que no lo es.
En la siguiente escena, Danielle aparece caminando desaliñada, despeinada y con cara de aburrimiento, saludando con falsedad a alguien que pasa y encontrándose con su madre y su padre, un matrimonio en los 60, que pelea con ironías y con quien se tiene que poner de acuerdo sobre qué contar sobre su vida al ejército de ancianas y ancianos que verán en minutos en este shiva (el encuentro posfuneral de la colectividad judía).
Hasta aquí ya se sabe que esta tríada juega con el ridículo y las mentiras por igual. Pero para que el enredo sea completo, la siguiente escena muestra la aparición de Maya, una antigua amigovia de Danielle y -para sorpresa de todos- de Max, que no solo conoce al padre, sino que trae un morboso secreto tras de sí.
Llega un momento en que Danielle ya no sabe qué decir. Si mentir sobre sus estudios, ser irónica o contar la verdad. Sus padres mezclan las mentiras de ellos con los deseos. Las tías que se amontonan por preguntar no se deciden por criticar o aconsejar. Y Danielle sigue allí, intentando rebelarse y surge la pregunta: "¿por qué no se va y listo?". Y es porque ella quiere permanecer en ese enjambre.
Si bien esta es una historia que, en varios formatos, se ha contado mil veces, Saligman le encuentra la vuelta, con claustrofóbicos encuadres y usando muy bien el sonido -tanto la música, como los ruidos de platos y el llanto de un bebé- para hacer que "Shiva Baby" haga pasar de la risa a la desesperación en instantes.
Nosotros nunca moriremos, de Eduardo Crespo.
Por otra parte, de la mano de su tercer largometraje, "Nosotros nunca moriremos", Eduardo Crespo concreta una obra donde levedad y contundencia no son términos que chocan sino que se complementan para visitar y enfrentar el dolor por una pérdida en la otra película de la Competencia Internacional.
En el chato ambiente de su propio pueblo entrerriano de Crespo, el cineasta sitúa la llegada de una madre (a cargo de la actriz trans Romina Escobar en una labor de alto impacto) y su hijo adolescente Rodrigo (Rodrigo Santana) que van a encontrarse con lo pendiente de la inesperada muerte del joven hermano de Rodrigo (Brian Alba).
Sin proponerse la indagación sino en pos de cumplimentar los trámites y las rutinas de un duelo, madre e hijo se van asomando a esa vida truncada imprevistamente y, así, conocen a un compañero de trabajo (Giovanni Pelizzari) y a una bombera con la que tuvo un lazo amoroso (Jésica Frickel), entre otros allegados.
Se trata de un rompecabezas melancólico y doliente que sin golpes bajos logra atrapar e involucrar, dos atributos que seguramente fueron cruciales para que el filme sume en Mar del Plata su segunda presencia en competencias internacionales de festivales clase A, tras haber pasado con buen suceso por San Sebastián.
Competencia Latinoamericana
Chico ventana también quisiera tener un submarino, de Alex Piperno.
También hoy se presenta la última representante de la Competencia Latinoamericana; la tan extraña como su nombre "Chico Ventana también quisiera tener un submarino", la ópera prima del uruguayo Alex Piperno.
El filme, coproducción entre Uruguay, Brasil y Argentina, entre otros países, propone la improbable circunstancia de que un gran crucero que viaja por los mares del Sur tenga en su interior puertas escondidas que conecten con lugares remotos del planeta.
A los que se accede en el filme son dos: una de las puertas da a una aldea originaria de la selva filipina, adonde la aparición de una pequeña casucha en medio del monte (extensión del barco que navega en aguas frías) genera toda una serie de interrogantes, alertas y polémicas.
Otra de ellas, da con un apartamento en la ciudad de Montevideo, al que todos los días entra un joven de la maestranza del barco, aburrido de sus labores y aún de los descansos, que llega a través de un recoveco en una de las salas de depósito de la zona de máquinas y da a parar a un pequeño armario del baño del apartamento.
El joven y la dueña del apartamento, una mujer que trabaja para una distribuidora de cristalería, entablan una relación luego de la sorpresa y los miedos, que acaso suture en parte las soledades que cargan los dos personajes.
El problema es que el exterior puede tener implicancias en el interior del barco y entonces acciones desarrolladas en el mundo puedan impactar en la vida de los viajantes y la tripulación del enorme crucero.
Las películas se pueden ver hasta el domingo gratis, pero con reserva previa, a través de la página oficial del Festival.
Fuente: Télam