¡Feliz cumpleaños Charly García!
Por Marcelo Gobello
La música no miente. Carlos Alberto Garcia Moreno lo supo desde muy pequeño, inclusive antes de ingresar al Conservatorio Thibaud-Piazzini a los 5 años. Lo supo desde la primera vez que se sentó frente a las teclas de un piano y conectó profundamente con la obra de otro chico prodigio que había nacido en Viena muchos años antes que él.
Mozart y Chopin formaron parte indisoluble de la banda de sonido de la infancia de Carlitos, el genio de Caballito; ese pibe flaco, alto y con oído absoluto, que a los 12 años ya era profesor de piano, teoría y solfeo. Para papá Carlos Jaime y mamá Carmen el futuro estaba “cantado”: Carlitos sería un gran concertista clásico de piano… ¡ya se lo imaginaban tocando en el prestigioso Teatro Colón!
Pero…Los Beatles. Y ya nada volvió a ser igual. Había que tener una guitarra eléctrica, dejarse el pelo largo, diferenciarse de los viejos, y formar una banda. Para esto último lo mejor era el colegio. En las aulas del Dámaso Centeno se gestó el grupo To Walk Spanish y Carlitos se convirtió en Charlie. Ya no hubo retorno.
En el colegio conoce a otro Carlos Alberto, Mestre, que canta (muy bien) en otra banda y deciden unir fuerzas. Dejan de cantar en inglés pero bautizan a la nueva banda con una expresión del Latín: Sui Generis. Se curten en fiestas y actos, aunque las metas son altas. Charlie compone una opera-rock en castellano llamada Theo, la cual estaba dividida en dieciséis partes de marcadas diferencias estilísticas. Logran grabar un demo de la misma con la cual recorren grabadoras y visitan productores, pero sin suerte alguna. (¡La vanguardia es así!)
Con el paso de los meses la banda deviene en dúo en las doradas arenas de la costa marplatense (donde hoy un monumento en bronce de Charlie y Nito acredita el hecho). En el invierno porteño de 1972 las nuevas canciones de Charlie (más simples en su apariencia, pero de gran riqueza lírica y musical) seducen al productor Jorge Alvarez, el visionario ex creador del sello Mandioca.
Sobre todo una, gestada durante la traumática experiencia del servicio militar del músico, aquella que habla de un tiempo que fue hermoso. “Canción para mi muerte” fue el primer simple de Sui Generis y el mojón inicial de la carrera compositiva de uno de los máximos creadores de la música argentina.
Tres años y tres discos de estudio después, mostrando una evolución musical apabullante y una convocatoria nunca vista hasta el momento en el llamado Rock Argentino, Sui Generis se retiraría como un campeón mundial invicto en el pico de su gloria. Charlie la emprende con uno de los proyectos menos populares pero más interesantes de su carrera: Garcia y La Máquina de Hacer Pájaros. Siempre adelante, siempre arriesgando, con la “Máquina” crea gemas imperecederas que merecen ser redescubiertas y revalorizadas.
Para fines de la década del setenta y comienzo de los ochentas Charlie se convierte definitivamente en Charly y se trae de Brasil otro proyecto con el cual volverá a impactar masivamente: Serú Girán, super grupo criollo de alto vuelo y demoledor directo. En el transcurso de la creación de los cuatro discos de estudio de Serú Girán (años 1978-1981) Garcia alcanzará su madurez definitiva como compositor de canciones, con cimas como “Viernes 3 AM”, “Desarma y Sangra”, “Canción de Alicia en el país” o “Cinema Verité”, por nombrar algunas.
El año 1982 trae a la Argentina al ángel de la guerra y, para compensar, al inicio de la definitiva carrera solista de Charly, quien enfila durante tres años consecutivos de estado de gracia total sendos álbumes de absoluta genialidad. Son el llamado de atención sónico de “Yendo de la Cama al Living” (1982), la refundación del rock argentino con “Clics Modernos” (1982) y la aterciopelada crudeza poética del “Piano Bar” (1983), una tríada imbatible e imperecedera.
Para la época de la salida de “Parte de la religión” (1987) Charly ya había ingresado para siempre en el parnaso de las grandes figuras de la cultura argentina, y en el reducido grupo de los ídolos populares más queridos.
Por sus bandas pasaron los mejores y más destacados músicos de rock de los últimos 30 años, y su tarea de productor cimentó la carrera de grupos y solistas tan disímiles e importantes como Crucis, Los Abuelos de la Nada, Los Twist, GIT, Fabiana Cantilo, Celeste Carballo o Mercedes Sosa. Pero su imparable motor creativo nunca se detuvo y siguió adelante con óperas, unpluggeds, covers, experimentos, premios varios (desde el Grammy a la Excelencia Musical en Las Vegas, otorgado por la Academia Latina de la Grabación, que entrega los Premios Grammy Latinos, hasta el Estrella de Mar al mejor Show Musical de la temporada 2010 en Mar del Plata, que tuve el privilegio de entregarle en mano).
En septiembre del 2013 los tres Charlys se unen en uno solo para presentarse finalmente en el Teatro Colón de Buenos Aires con dos conciertos que fueron su más querido e íntimo triunfo personal y profesional con el estreno de la Suite “Líneas Paralelas – Artificio Imposible”. Por supuesto que el camino hasta esas dos noches en nuestro máximo coliseo no fue fácil ni llano, porque ya sabemos bien que: “No existe una escuela que enseñe a vivir”.
¡Gracias Charly!

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