Espías rusos en Buenos Aires: la historia real detrás de Topos, el nuevo libro de Hugo Alconada Mon
El periodista presentó su nueva novela de no ficción, basada en el caso real de dos agentes rusos que vivieron en Argentina con identidades falsas durante más de diez años.
El periodista Hugo Alconada Mon visitó Mar del Plata para presentar su nuevo libro, Topos, una novela de no ficción que reconstruye la increíble historia de dos espías rusos que vivieron en Argentina durante más de una década bajo identidades falsas.
“Topos es una historia real donde no hay un ápice de ficción, pero está narrada como si fuera una novela de espías, porque es lo que pasó”, explicó Alconada Mon en diálogo con Los datos del día, por Radio Mitre. La obra cuenta la vida secreta de Ludwin Hitsch y María Rosa Meyer Muñoz, las últimas identidades argentinas de una pareja de agentes rusos que operaron en el país entre 2009 y 2022.
Los protagonistas de la historia vivieron en Buenos Aires, se casaron, tuvieron hijos, votaron en elecciones, abrieron emprendimientos y se integraron a la sociedad argentina con documentos auténticos, obtenidos a partir de datos falsos. “Él decía que venía de Austria, ella de México. Ni siquiera usaban sus verdaderos nombres. Llegaron a tener cuatro identidades distintas cada uno”, detalló el autor.
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Una de las claves del libro es cómo estos agentes aplicaron metodologías clásicas de espionaje durante su estadía en Argentina. “Espiaron incluso a madres del colegio al que iban sus hijos. Una trabajaba en una empresa petrolera, otra en una gasífera y otra en una de insumos petroleros. Las tres vinculadas Vaca Muerta”, reveló Alconada Mon. Y ante el posible pensamiento de que fue “pura casualidad”, retrucó: “Cuando viajaron a Europa, se instalaron en la capital de Eslovenia, no por el país en sí, sino por que está dentro del espacio europeo en que te podés mover libremente. Allí terminaron espiando al titular de la agencia energética más importante de la Unión Europea”.
Si bien el objetivo principal no era Argentina, el país funcionó como base de operaciones para construir lo que necesitaban, el pasaporte. “Ellos votaron, se casaron, tuvieron pibes, él tuvo una empresita informática, hizo una galería de arte y armaron toda esta construcción de fachada, hasta conseguir los pasaportes para luego irse a Europa y espiar de manera completa, tiempo completo”, explicó el periodista. Sin embargo, en el proceso también realizaron tareas de inteligencia en el país.
En ese sentido, Alconada Mon subrayó el nivel de sofisticación de los agentes. “La mayor habilidad que tuvieron fue la de casi ser invisibles. Se vestían de forma anodina, pasaban desapercibidos, usaban un auto común y no levantaban la voz. Se compraron el auto más vendido en Argentina: un Volkswagen Golf 1.6 negro, sin calcomanías”, indicó.
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Consultado sobre la actuación de los servicios de inteligencia argentinos, fue categórico: “Sí, a la inteligencia argentina se le escapa la tortuga a menudo. Mientras estaban estos espías en el país, la SIDE se peleaba entre sí, había crisis internas y ocurrió la muerte de Nisman. Pero estos espías también eran altamente profesionales y lograron pasar controles en varios países con identidades falsas”.
Además, realizó un pequeño spoiler al revelar cómo uno de los espías obtuvo la nacionalidad argentina: presentó una partida de defunción falsa de una madre que en realidad había muerto en 1947, a los 4 años. “Tengo la foto de la lápida en el cementerio alemán de Chacarita”, contó.
La historia tomó relevancia global cuando, tras ser descubiertos, los espías fueron canjeados en uno de los intercambios más grandes desde la Guerra Fría. Las imágenes del presidente ruso Vladimir Putin recibiéndolos con honores provocaron polémica: “Fue una derrota reconvertida en victoria. Putin muestra que tiene el poder para colocar espías en cualquier punto del planeta”, analizó el autor.
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Topos ya es un éxito de ventas en el país y se encuentra entre los libros más vendidos de no ficción. Para Alconada Mon, la historia real supera ampliamente cualquier ficción: “¿Para qué agregarle ficción a algo que es de locos?”.
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