El club de las 5: DiCaprio + Tron + Jude Law + Dwayne Johnson + Fabiana Cantilo
Cinco recomendaciones (o no) de cine y series para el fin de semana: “Una batalla tras otra”, “Tron Ares”, “Black Rabbit”, “La máquina: the smashing machine”, “Lágrimas de fuego”.
UNA BATALLA TRAS OTRA (película) dirigida por Paul Thomas Anderson, con Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio Del Toro. En cines.
-Paul Thomas Anderson, uno de los directores norteamericanos más importantes del Siglo XXI (Magnolia, Embriagado de amor, The master, Licorice pizza), trae esta historia de ex revolucionarios y cofradías de derecha malas-malas, que se vuelve por momentos una comedia absurda sobre la estupidez en la que se ha convertido el mundo. Todo, mientras un padre busca a su hija y un militar vuelve del pasado a reclamar lo que cree que es suyo. La película suma elementos típicos de su cine, como sus travelings, su captura de la luz solar, su apuesta por lo coral, sus personajes indescifrables y ese humor lunático que surge en los momentos menos pensados. Pero, además, suma una virtuosismo que acerca el relato al cine de acción y al thriller. Por encima de los temas que aborda Una batalla tras otra, Anderson pone en ridículo al resto del cine que se estrena, porque su talento es tan grande que desborda la pantalla. Eso está claro en el clímax que logra en una secuencia rutera, con una persecución increíblemente filmada. Si bien cede hacia el final a clarificar sus ideas para demostrar una posición, Una batalla tras otra es una película fascinante, como la mayoría del cine de Anderson. Ah, DiCaprio está excelente, tal vez una de las mejores actuaciones de su carrera.
TRON: ARES (película) dirigida por Joachim Rønning, con Jared Leto, Greta Lee, Evan Peters. En cines.
-En los 80’s apareció una película llamada Tron, que fue un fracaso de taquilla pero que innovó en asuntos visuales a la hora de retratar el mundo virtual desde adentro. Más allá de la sorpresa, era un aburrimiento. Casi treinta años después hubo una secuela que actualizó la estética, pero fue igualmente aburrida. Sin embargo Disney está empecinado en construir una franquicia, y a cuarenta y tres años trae una tercera entrega. Hay que decir una cosa: las secuelas son secuelas en espíritu, pero tienen la libertad para tomar su propio camino. Es lo que sucede aquí, con una lucha entre compañías que se disputan un secreto tecnológico y una virtualidad que se vuelve real y lucha por el poder en nuestro mundo, el de carne y hueso. Obviamente Tron: Ares sobresale por el diseño visual, por esas motos y esos trajes dominados por el rojo y el negro, pero a fuerza de ser sinceros encontraron por una vez un conflicto que resulta interesante y una historia que resuelve lo suyo en la acción, a veces imaginativa y a veces trivial. Sin ser una maravilla es una película más entretenida que las anteriores, lo que para ser honestos tampoco era muy difícil de lograr.
BLACK RABBIT (miniserie) creada por Zach Baylin y Kate Susman, con Jude Law, Jason Bateman, Cleopatra Coleman. En Netflix.
-Jason Bateman es un gran comediante, pero con el tiempo ha sabido convertirse en director y autor, incluso saliéndose del género. Su dosis de popularidad le llegó con Ozark, una serie que se aprovechó de la mística de Breaking bad para contar otra historia éticamente retorcida de gente bien que hace cosas mal. Eso sucede también en Black Rabbit, miniserie que produce, dirige y protagoniza. Otra vez nos metemos en el territorio de los dilemas éticos, con dos hermanos que se reencuentran después de un par de años: uno -Jude Law-, es un exitoso empresario gastronómico, y el otro -Bateman-, es un desastre absoluto que sólo sabe acercar problemas. Claro que a medida que pasen los capítulos cada criatura irá espesándose y retorciéndose: no todo es tan claro. Black Rabbit apuesta por rizar el rizo constantemente, por lo que todo lo que puede salir mal, sale aún peor. Por momentos uno cree que ya es suficiente, pero la miniserie se empecina en continuar. Sin embargo es todo tan tenso y adrenalínico, que Black Rabbit tiene la habilidad de renovar su interés constantemente. Law y Bateman están perfectos, y el episodio final es de una precisión enorme. Incluso en sus revelaciones que guardan inevitables golpes emocionales. Muy recomendable.
LA MÁQUINA: THE SMASHING MACHINE (película) dirigida por Benny Safdie, con Dwayne Johnson, Emily Blunt, Ryan Bader. En cines.
-Los actores pueden tener fama, dinero, éxito, carisma, pero al fin de cuentas lo que buscan es el prestigio. Una de las fórmulas que algunos encuentran es la de protagonizar dramas basados en hechos reales, mimetizarse con sus personajes por medio de capas de maquillaje y apostar a explorar la psicología de sus criaturas con golpes de efecto. Dwayne Johnson, cuando nadie lo esperaba, ha caído en la trampa. Y aquí se mete en el cuerpo de Mark Kerr, un luchador norteamericano, un tipo que lo tuvo todo, cayó bajo y se redimió. La historia de tantos dramas deportivos, que en definitiva es lo que es La máquina. Lo que diferencia esta operación en búsqueda de premios es que la presencia de Benny Safdie detrás de cámaras le da una dosis de verismo que le sienta bien y lo de Johnson se ve honesto, reconociéndose un poco en Kerr y sus dilemas. Su actuación es buena y la película que lo contiene es interesante, aunque por momentos no termina de encontrar su conflicto.
LÁGRIMAS DE FUEGO (película) dirigida por Gabriel Grieco, con Fabiana Cantilo, Gastón Pauls, Inés Estévez. En cines.
-Esta película escrita y protagonizada por Fabiana Cantilo intenta ser una comedia dramática con toques absurdos, un elemento kitsch que construya puentes tal vez con cierta estética contracultural de los 80’s. Tenemos a una mujer que sale de una clínica psiquiátrica con objetivos claros: recuperar su bar y a su hija, que está cautiva por su madre y su ex marido. En algunos de sus tramos hace recordar a ¿De quién es el portaligas? de Fito Páez (donde no casualmente Cantilo era parte del elenco), pero le falta el desparpajo y la desvergüenza de aquella película imperfecta. Aquí todo luce desprovisto de ángel y la película se va deshaciendo en sus intenciones. Las presencias de Pipo Cipolatti o Fernando Noy sirven como credencial de cierta búsqueda por los márgenes, pero no son más que un puro gesto, como la película toda.
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