Cuando el psicólogo no funciona

Existen personas que se muestras reticentes a empezar un tratamiento psicológico. Otras en cambio, se culpabilizan por todas las situaciones que atraviesan y generan una dependencia con estos tratamientos.

Los especialistas coinciden en que si “un paciente hace transferencia continuará la terapia a lo largo del tiempo pero esto no sucede en todos los casos”.

Existen diferentes motivos que pueden hacer que un tratamiento no funcione y suele ser el paciente el que se da cuenta de que la terapia no le está resultando porque no se “siente comprendido”, “no tiene ganas de ir”, o simplemente porque lo que escucha de su terapeuta “no le resulta efectivo”.

Para que una terapia resulte, el paciente tiene que sentirse escuchado, que puede hablar abiertamente de las cosas que lo angustian y preocupan y que el terapeuta le está dando una retribución que lo ayude a pensar en otras posibilidades, es decir, replantearse ciertas cuestiones que son abordadas en la sesión.

Marianela de 33 años cuenta que esto le pasó con varios especialistas: “En mi caso personal soy una persona que le gusta hacer terapia y conversar sobre mis inquietudes. Pero no logro encontrar una psicóloga que me resulte efectiva. Generalmente me hacen intervenciones un tanto superficiales a las que no les encuentro sentido”.

“La psicoanalista que más me duró me ayudó a comprender cuál era mi situación real y a encarar la vida con más realismo. Pero llegó un punto que no me sentí comprendida porque económicamente no la estaba pasando bien y sentía que le restaba importancia al tema. Por eso abandoné”.

Puede que el paciente no acepte que el psicólogo le diga ciertas cosas. Es posible que tampoco acepte que ponga en duda sus creencias o principios. Si una persona está a la defensiva, difícilmente se pueda persuadir para que mejore. Y esta puede ser una de las causas por las que el psicólogo no funcione.

El especialista Jonathan García Allen afirma que “es muy importante que haya una buena relación de comunicación y entendimiento entre el paciente y el terapeuta, que produzca una buena alianza terapéutica. Si existen problemas en la relación interpersonal, posiblemente no se producirán los beneficios esperados”.

“La causa de esto puede ser la falta de entendimiento entre ambos, la actitud del terapeuta o del paciente o, simplemente, que no hay feeling entre las dos partes y no se produce una relación de confianza” agrega.

¿Flexibilidad o rigidez?

La mayoría de los psicoanalistas son muy exigentes con la puntualidad y sólo admiten cancelaciones 48 horas anteriores a la consulta. Si la cita se cancela el día anterior o el mismo día, el paciente tiene que abonar la sesión.

La premisa es generar responsabilidad y compromiso con el tratamiento aunque especialistas de otras ramas de la psicología lo consideran un principio un tanto rígido.

Con respecto a los costos, muchas personas utilizan el tema de los honorarios como uno de los motivos por los que no se deciden a empezar terapia. Sin embargo, existen muchas fundaciones que ofrecen precios accesibles y hasta algunos profesionales ofrecen terapias con un bono contribución que puede negociarse con el paciente.

La terapia no es para todas las personas y es importante no tener expectativas demasiado altas en relación a un tratamiento psicológico. La persona que está del otro lado también tiene sus errores y una vida con problemas. No podemos pretender que el psicólogo siempre realice intervenciones brillantes pero tampoco que nunca lo haga. Con buena voluntad y convicción tarde o temprano toda persona encontrará el tratamiento que sea efectivo para cada uno aunque eso implique recorrer muchos especialistas.