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     “Cris Miró mostró otra cara del travestismo vinculada a lo artístico”

    24 de febrero de 2017 - 12:00
     “Cris Miró mostró otra cara del travestismo vinculada a lo artístico”
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    "Hembra. Cris Miró. Vivir y morir en un país de machos", se titula el libro que escribió el periodista Carlos Sanzol sobre primera vedette trans de la Argentina. Este trabajo biográfico será presentado este viernes a las 20 en el Teatro Melany, con entrada libre y gratuita.

    En 1995, Lino Patalano incorporaría a Cris Miró a La Revista del Maipo, hecho significativo en una época en la que las personas trans eran encarceladas bajo la carátula de “Escándalo”. Al incorporarse al mundo artístico, su figura visibilizó al género que hasta ese entonces era solamente relacionado por parte de la sociedad con la delincuencia y la prostitución. Luego de años de exposición mediática, en 1999 fallecería, dejando un halo de misterio en su vida privada. De allí surge la iniciativa de Carlos Sanzol para reconstruir su vida, a través de relatos de los allegados a Miró.

    -¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

    El libro surge en 2010. Estaba escribiendo una nota para el suplemento de espectáculos de La Nación sobre las vedettes de antes y de ahora. En esa lista aparecía el nombre de Cris. Me acordaba de ella y del revuelo que generó ese personaje en su momento. Empecé a leer lo muy poco que había en la web sobre ella. Y me pareció que era un personaje que se merecía un libro. Me contacté con sus allegados, y cuando me junté con el hermano, Esteban, me di cuenta que había una historia para contar.

    -¿Qué fuiste descubriendo a medida que avanzaste con la investigación?

    Se sabía muy poco y sus allegados fueron difíciles de encontrar. Uno de los testimonios más importantes era el de la persona que la acompaño hasta la muerte: su asistente. Me costó dos años encontrarlo. Construir todo el relato fue como un rompecabezas, porque Cris era muy reservada. Ni siquiera contaba sus cosas a sus íntimos. A mí me interesaba contar la historia de una persona que construye su identidad contra sus propios fantasmas y los prejuicios de la sociedad. En 1995 ser una persona trans era bastante difícil. En la ciudad de Buenos Aires se encarcelaba a la gente que salía vestida con ropa del género opuesto. Ese edicto se llamaba “Escándalo”.

    -En la actualidad, se pueden ver en la cartelera obras que cuentan historias trans, además de vedettes y humoristas ¿Sentís que ha evolucionado la sociedad con respecto a ese tema?

    Hay un crecimiento del tema trans en Argentina. Hay mucha más aceptación, y  de hecho hay una Ley de identidad de género en el país. Pero todavía sigue habiendo desaprobación, que tiene que con una historia en la que se pensaba que eran enfermos psiquiátricos, delincuentes o siempre vinculados a la prostitución. El gran aporte de Cris es el haber mostrado otra cara del travestismo vinculada a lo artístico.

    Ella no se sentía cómoda con el género que le había tocado. Podemos vivir todos en sociedad. Ella hablaba de sentirse una mujer. Vivir en consonancia con lo que uno siente. Ese es uno de los mensajes de libro. Y eso es a lo que vamos, a dejar de juzgar a las personas trans. Porque en realidad tiene q ver con lo que se siente en el cuerpo, y es lo que a mí me gusta remarcar del libro.

    Sinopsis

    Acá hay sexo. Acá hay drogas. Acá hay muerte. Acá hay una vida.

    Este libro trata sobre una vida, la de Cris Miró, la primera travesti que se hizo famosa como vedette en un espectáculo de revistas, un rol que, antes de su aparición, era patrimonio exclusivo de la mujer. En el acto de llevar la diversidad sexual al escenario y a la escena pública, y casi sin proponérselo conscientemente, contribuyó a dar cierta visibilidad a las personas trans que, por entonces, no tenían más destino que la prostitución.

    Pero eso sería un conjunto de verdades a medias.

    Miró fue también un símbolo de la Argentina de los noventa del milenio pasado. Su irrupción en el espacio público se entiende sólo si se tienen en cuenta los cambios políticos, económicos, sociales, sexuales y morales de un país en los abismos del fin de siglo.

    La Argentina era una nación que, como Cris, trataba de buscar su identidad en un espejo que distorsionaba. Se creía en la ficción de estar en el primer mundo, mientras, en los márgenes, una hueste de compatriotas se asfixiaba en la miseria como consecuencia de la impunidad y la obscenidad que iban sembrando, con fruición, los machos; esos hombres que se definían por doblegar la ley y acumular dinero rápido y mal habido.

    El cuerpo de Miró, paradójicamente, se convirtió en una suerte de signo que explicitó la doble moral que subyacía –subyace– en los argentinos: los espectadores pagaban una entrada para verla en el teatro, mientras el Estado, con sus leyes, condenaba a la cárcel a las otras travestis por el sólo hecho de vestir ropas que no correspondían con su género (el moralizante edicto policial de “Escándalo”).

    Al mismo tiempo que se reafirmaba este tipo de valores patriarcales en la sociedad, avanzaba tímidamente un conjunto de prácticas discursivas y políticas que ponían el acento en exigir derechos civiles para las personas gays, lesbianas, bisexuales y trans. La lucha titánica de las organizaciones que las aglutinaban logró abrir una pequeña hendija, desde la que la diversidad sexual se pudo filtrar en el espacio público. Y que puede explicar uno de los motivos que hizo que Miró irrumpiera en esa esfera.

    Sin embargo, nunca hubo una aceptación social plena de su figura. Los medios de comunicación y la ciudadanía expusieron los prejuicios propios de la intolerancia sexual. No en vano, cuando ella murió como consecuencia del virus del sida, el 1º de junio de 1999, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) sostuvo: “Cris Miró tuvo la valentía de ser una persona travesti que se enfrentó públicamente a la intolerancia desde su trabajo y desde su arte. Sufrió la peor de las enfermedades: la discriminación”.

    Pero todo lo anterior, también es un conjunto de verdades a medias. Hay mucho más.

    En las páginas que siguen encontrarán la historia de una persona que para construirse luchó contra sus propios fantasmas, pero sobre todo contra los deseos y los prejuicios de los otros.

    Su vida, como la de muchos, fue contradictoria, dubitativa, esplendorosa, nocturna, autodestructiva, trágica y repleta de un conjunto de verdades a medias.

     


     

     

     

     

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