Alejandra "Locomotora" Oliveras: el legado incansable de una pionera del boxeo femenino argentino
El fallecimiento de la histórica campeona mundial dejó una profunda marca en el boxeo nacional. La periodista Irene Deserti, coautora del libro “Abran Paso, 20 años de boxeo femenino en Argentina”, recordó a la figura irrepetible de una mujer que rompió moldes dentro y fuera del ring.
Alejandra "Locomotora" Oliveras falleció a los 47 años tras sufrir un ACV que lamentablemente derivó en un desenlace irreversible. La noticia conmocionó al ambiente del boxeo argentino, donde su figura era sinónimo de lucha, irreverencia, empuje y superación. Pero también de un legado imposible de resumir sólo en números o títulos.
Irene Deserti, periodista especializada en boxeo femenino y coautora de “Abran Paso”, dialogó con Marca Deportiva Radio (FM 99.9) y trazó un retrato genuino y profundo de Oliveras, una mujer que fue mucho más que una boxeadora campeona del mundo.
“Estoy todavía consternada con la noticia”, comenzó Deserti, visiblemente afectada. “Alejandra era conocida por su empuje, su amor a la vida, por librar una batalla cada día. Siempre daba pelea, arriba y abajo del ring. Todos creíamos que se iba a recuperar, porque si alguien tenía espíritu de lucha, era ella”.
La historia de Oliveras dentro del boxeo es, en muchos sentidos, la historia del boxeo femenino en Argentina. Debutó cuando las mujeres todavía eran resistidas en los gimnasios, cuando entrenar era un privilegio que había que pelear palmo a palmo, incluso contra prejuicios y discriminación. Alejandra, sin embargo, no se rindió.
“Fue pionera junto a Marcela ‘La Tigresa’ Acuña, la Guapa Montiel, y muchas otras que abrieron camino. Se ganó un lugar por su perseverancia, porque no aceptaba que le dijeran qué podía o no hacer. Nadie la frenaba. Si había una puerta cerrada, ella la tiraba abajo”, recordó Deserti.
Su carrera fue tan ruidosa como su personalidad. No era un personaje, sino una presencia arrolladora: auténtica, frontal, solidaria. Fue campeona del mundo en varias divisiones, portadora del prestigioso cinturón del Consejo Mundial de Boxeo y protagonista de hitos históricos, como su triunfo en México ante Jackie Nava —leyenda del boxeo azteca— en una noche que la catapultó internacionalmente. Fue, además, la primera argentina en coronarse campeona mundial fuera del país.
Pero su historia también es la de la injusticia que arrastra el deporte femenino. “Aún siendo campeona del mundo, Alejandra nunca pudo vivir del boxeo. Hacía malabares para subsistir y no le daba vergüenza contarlo. Era parte de su lucha: visibilizar que las mujeres se preparan igual que los hombres, pero cobran muchísimo menos. A veces ni el 10%”, denunció la periodista.
Incluso en eso fue pionera. Fue la primera mujer en pelear a tres minutos por round en Argentina, rompiendo con las barreras del reglamento. Lo hizo junto a la mexicana Lesly Morales, aunque el combate no fue reconocido oficialmente por tratarse de una organización menor. Aun así, quedó registrado como una muestra más de su voluntad inquebrantable por igualar condiciones.
En los últimos años, ya retirada del ring, Oliveras se reinventó. Encontró un nuevo rol como entrenadora, influencer, referente motivacional y hasta incursionó en la política. Su mensaje, mezcla de frases filosas y reflexiones auténticas, se viralizó rápidamente. Pero no era una construcción: “Así era ella siempre. Llegaba y te pasaba por encima con su energía, con su autenticidad. Alejandra no tenía filtros, era 100% real”, destacó Deserti.
Su muerte deja una huella imborrable, pero también una deuda del deporte con una de sus figuras más importantes. “No tuvo el reconocimiento que merecía. Ni en vida ni en el ambiente del boxeo. Hoy hay luto en del deporte argentino, porque se fue una referente, una luchadora, una mujer que inspiró a muchas y que rompió todos los moldes”.
Alejandra Oliveras fue campeona, sí. Pero fue más: fue símbolo, fue voz, fue empuje. Una locomotora que jamás se detuvo… hasta ahora.
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