Una noche de control: ¿Cómo son los operativos en Mar del Plata?
Por Bárbara Benitez
Las noches marplatenses suelen ser heladas aún en verano, en la costa del Atlántico el viento es tajante y atraviesa los barbijos, las vestiduras de las autoridades, los chalecos del servicio de tránsito, del fotógrafo que capta el momento en el que labran un acta y les da un poco de oxígeno a aquellos conductores que son detenidos por el personal para frenar, para prevenir, para concientizar: "Alcohol cero al conducir".
“En esta oportunidad estamos en Güemes y Colón, haciendo un operativo de seguridad. En este momento estamos haciendo dos operativos simultáneos: uno aquí y otro en Playa Grande. Vinimos aquí ya que es un punto nuevo que estamos implementando”, remarcó la directora de Tránsito del Partido de General Pueyrredon y licenciada en Criminalística, Sofia Pomponio, con su pelo recogido y vestida de civil.
Sofia camina de una esquina a otra. Héctor Ragnoli, director coordinador de la Dirección de Tránsito y perito vial, la acompaña. El operativo iniciará a la 1:30, se ven a lo lejos las luces de los patrulleros, las dos motos con sus conductores, la grúa, los conos naranjas que delimitan donde deberán estacionar los autos para poder realizar el control y una pancarta enorme que indica: “Tolerancia cero de alcohol al conducir. Si tomaste alcohol, toma la mejor decisión, no manejar”.
El decreto N°1980/18 comenzó a regir en el año 2018 y especifica en el artículo 2 que en el partido de General Pueyrredon está “prohibida la conducción de cualquier tipo y/o especie de vehículo y/o medio de transporte con una presencia de alcohol en sangre superior a cero (0) miligramos por litro de sangre”.
Está todo listo, el operativo finalizará cuando el sol irradie sus primeros rayos: "Nuestro rol es acompañar al personal en todo el procedimiento, no nos vamos hasta que finalice. Llegamos 1:30 al lugar vestidos de civiles, visualizamos la situación como se encuentra”, remarca la directora. “En un principio pensamos en hacerlos a dos cuadras, al no encontrar lugar vinimos aquí y visualizamos a un grupo de jóvenes que estaban tomando alcohol, le avisamos a monitoreo, ya que sabíamos que cuando llegara el personal uniformado se iban a dar a la fuga y efectivamente sucedió”, agregó con un tono aún más preocupado.
Y así fue, pero pudieron detenerlos. La joven apenas podía quitar la pipeta del envoltorio y colocarla en el alcoholímetro. “¿Cómo tengo que hacerlo?”, le preguntaba al personal de tránsito, luego de explicarlo reiteradas veces logró “soplar por la boquilla” y su resultado fue positivo: 1.8 de alcohol en sangre a la 1:30. “Cuando comenzamos a armar el operativo, tuvimos que realizar una pequeña persecución de unos 100 metros. La conductora había ingerido bebidas alcohólicas y efectivamente le dio positivo el test de alcoholemia: 1.8 y el vehículo ya está secuestrado”, detalló Pomponio.
En los operativos los casos son variados desde enojos, angustia y risas por partes de quienes son detenidos para el control: “Por favor no me saques la moto, es lo único que tengo”; “estoy de vacaciones, llegué hoy ¿puede manejar mi pareja?”; “no encuentro los documentos ¿son estos?, creo que están en Mi Argentina. No señor esto es un recibo de la compra de un electrodoméstico”, se escucha a lo lejos, a medida que la fila comienza a extenderse y el personal se acerca a la ventanilla para explicar lo que harán al llegar al control.
“Hacemos una planificación semanal donde vamos a la periferia y recorremos todos los barrios de la ciudad. Son 5 operativos diarios (7, 10, 14, 18 y 23 horas) y durante el fin de semana que corresponde al jueves, viernes, sábado y domingo realizamos nocturnidad. Vamos decidiendo los lugares dependiendo el grado de siniestros viales, actualmente la mayor conflictividad está en Playa Grande, ese es un punto fijo, estamos todos los días allí”, remarcó Sofía, siempre atenta y observando el entorno. El reloj marca las 2:30, el frío es aún mayor, las orejas coloradas, los ojos lagrimosos, las motos persiguen a quienes evitan el control, la fila es larga.
“Intentamos controlar a todo el que circula. En el primer tramo del operativo hay menos vehículos, para las cinco de la mañana hay un volumen enorme hacemos una selección. Les pedimos registro de conducir, cédula verde y seguro, verificamos que tengan la VTV y procedemos a realizar el test de alcoholemia, la persona puede negarse a hacerlo y allí realizamos el secuestro preventivo del vehículo, dejamos asentado que la persona se negó a realizar el test, es una cuestión de prevención. Se dejan absolutamente todas las mediciones asentadas en una planilla que luego se envía a la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que luego hace estadísticas al igual que nosotros. El conductor abre la pipeta, la coloca en el alcoholímetro y sopla”, explicó la directora.
Con respecto a lo acontecido en tema de incidentes viales, la titular mencionó que “falta responsabilidad individual y tomar conciencia, por más controles que hagamos nosotros no podemos estar en todos los puntos de la ciudad y controlar todos los vehículos. Falta educación y por este motivo tenemos planeado a partir de marzo, cuando comienzan las clases, iniciar un programa de educación vial”, finalizó Sofía.
Las noches marplatenses suelen ser heladas aún en verano, en la costa del Atlántico el viento es tajante y atraviesa los barbijos, las vestiduras de las autoridades, los chalecos del servicio de tránsito, del fotógrafo que capta el momento en el que labran un acta y les da un poco oxígeno a aquellos conductores que son detenidos por el personal, para frenar, para prevenir, para concientizar, a lo lejos se escucha “se escapó, giró 180°, agarró contramano Colón, chocó un cantero y siguió de largo. Llama al COM, dale, seguime”, una nueva noche de controles en la ciudad donde el alcohol es cero por ordenanza, pero en las calles es más de 1.8 a las dos de la mañana.