Si el mundo se termina, que sea mientras leo
Por Juana Martí
Alguien alguna vez ha respondido frente a la pregunta "¿qué súper poder te gustaría tener?", leer los pensamientos. Un poco es lo que pasa cuando leemos. Entramos en la cabeza de otra persona, en el mundo que creó. Sabemos cómo piensa, o vamos descubriéndolo.
Esa es la contradicción de la lectura. Si bien es una actividad más bien individual, fomenta ese aspecto tan emocional como el de crear vínculos. El primero es el que armamos con el escritor, o con el personaje dentro de ese mundo que nos presenta.
Después, proponérselo a alguien más es parte de ese placer que genera la lectura. No hay relación más exquisita que la de quienes saben compartirlo. Animar a la lectura, hacer que otro tenga ganas de leer lo que vos leíste, seducirlos. O simplemente exponer los sentimientos que te causó.
Laura Martínez y Gonzalo Benoffi lo saben bien y supieron encontrar la forma de depositar el contenido que transmite la lectura. Así fue que cada uno armó un club para recomendar libros entre diferentes personas motivadas por esa necesidad de seguir siendo parte, por un ratito más, del mundo que terminamos de leer.
Y la cuarentena no los frenó, por el contrario, el libro fue una gran compañía en el medio de esta pandemia que nos obligó a encerrarnos en nuestras casas. Si de esa forma cuidábamos la salud del otro, la de ellos puertas para adentro la cuidaron leyendo.
En el caso de Laura Martinez, su Club de Lectura ya tiene 23 años. "A los 42 quedé embarazada de mi último hijo, y en el reposo volví a leer y pensé: "No puede ser que haya dejado la lectura", contó.
Y así fue que se propuso y logró fundar un Club de Lectoras. "Con una amiga, Viviana Caruso, nos encargamos de buscar 12 personas mínimo, para que haya una reunión mensual en cada casa", explicó.
"Habremos juntado 15 inicialmente, y así arrancamos, hace 23 años. De las originales, 4 fallecieron, por lo que después se sumaron nuevas integrantes", expuso.
El club tiene un reglamento. Todas pagan una cuota de $250, y con el total de la plata compran libros. La modalidad es libre, es decir, cada una elige el que quiere leer.
"La anfitriona de cada mes se encarga de comprar, así que los géneros van variando según los gustos", detalló Laura.
En cada reunión, es una distinta la que recibe a las demás, y el objetivo es comentar el libro que cada una leyó. "Lo más enriquecedor de leer es poder comentarlo, sobre todo cuando vemos que todas opinamos diferente", expresó.
Llevan un orden tanto para definir quién empieza a comentar y quién sigue, como para devolver el que se leyó y elegir uno nuevo para el próximo encuentro. "Va cambiando para que todas puedan tener la oportunidad de elegir primera", indicó.
"Conocimos gente, surgieron nuevas amistades. Con el tiempo ya sabes los gustos de cada una, diferentes. Son 23 años de amistad", reflexionó Laura.
Además, contó que este año descubrieron muchas escritoras marplatenses a raíz de la incorporación al grupo de "una mujer que pertenece a SADE (Sociedad Argentina de Escritores)".
"Nos recomendó un montón excelentes que vas a las librerías y no te las nombran. Incluso entró una de ellas al grupo hace poco", apuntó.
Y la cuarentena no impidió que sigan conectadas. "Busqué por internet los 100 cuentos cortos más famosos de la literatura y propuse leer todas un mismo cuento por día y comentarlo por whatsapp", dijo la aficionada a la lectura.
"Entre nosotras dijimos: esperemos no tener que leerlos todos", comentó entre risas.
"Nunca habíamos leído cuentos, es una forma de mantenernos unidas. La reunión de marzo la tuvimos que suspender y esperamos un mes a ver qué pasaba, pero cuando nos dimos cuenta que no íbamos a poder volver, empezamos", señaló. "Vamos por el 70 más o menos", agregó.
"Es una forma de seguir y aprender. Cada cuento te deja algo, te enteras de un hecho histórico o teorías que ni sabías que existían, o de algún personaje verídico", manifestó Laura.
"Ahora la idea es que piensen cuál fue el que más les gustó", concluyó.
Por otro lado, Gonzalo Benoffi inició con su Club de Lectura "Sgt Pepper's Reading Club MDQ" el 20 de junio de 2019. "La idea era armarlo sin que esté enfocado en los libros en particular, si no en las personas. Por eso decimos que somos un Club de Lectores", expuso.
De la misma forma que el anterior, no proponen una lectura fija. "Para no atar a la personas a leer algo que no les gusta o a no poder conseguirlo por temas económicos", sostuvo Benoffi.

El punto de encuentro es el Club San Lorenzo. Allí se reúnen los sábados "a tomar un café", y a "recomendar el libro que cada uno tenga ganas", explicó.
"El que te haya gustado o el que no, el que te haya marcado. Sin importar nada, ni siquiera el formato. También recomendamos poesía y cómics, y el soporte puede ser físico o digital", especificó el lector.
"Siempre descubrís alguna joyita", expresó.
Es una organización sin fines de lucro, "totalmente a pulmón". "Cada uno paga lo que consume, no hay una entrada", detalló Gonzalo.
Además, transmitió lo relajado de cada encuentro. "La recomendación es el título, el autor, la temática, una breve reseña de la sinopsis y, si quiere, cómo llegó al libro, qué gustó más, qué sensaciones dejó. Muchas veces se arman debates, tanto de feminisimo, del sexo o de guerras. Cuestiones que se disparan en los encuentros", señaló.
Al club puede ir quien quiera, "hasta agotar la capacidad del café o, actualmente, del zoom", explicó. "Hay caras nuevas y caras viejas", manifestó.
Luego de decretada la cuarentena, empezaron a realizar los encuentros de manera virtual, y para Gonzalo, "fue una oportunidad dentro de una crisis".
"Se unió gente del interior de Buenos Aires y hasta gente de otras partes de Latinoamérica, como Chile, Colombia, Venezuela, Uruguay", enumeró.
"No lo esperábamos. Ahora nos dicen: "cuando se levante la cuarentena no nos abandonen, sigan con la modalidad virtual". Así que los segundos sábados del mes vamos a hacer la reunión en el café para los marplatenses, y el tercero vamos a hacer las reuniones de zoom", contó Gonzalo.
Lo que en algún momento se señaló como enemigo para el mundo del libro, como la tecnología, resultó ser potencial para expandir los vínculos.
"Conocimos artistas de cada país que no son tan conocidos. Ya estamos pensando en sacarle el MDQ al logo", manifestó Gonzalo.
"Como decía al principio, más que un Club de Lectura, un Club de Lectores. La riqueza está en compartir el café, y en este caso, compartir un espacio en común", concluyó.
Un mundo dentro del mundo de la lectura. Laura y Gonzalo motivan a explorarlo.