Portugal: otro gobierno minoritario y avance histórico de la derecha
Las elecciones generales en Portugal dejaron un escenario político fragmentado, con un nuevo gobierno sin mayoría parlamentaria y un crecimiento sin precedentes del partido de extrema derecha Chega, que alteró el tradicional equilibrio de poder del país.
La centroderechista Alianza Democrática, liderada por el Partido Socialdemócrata, obtuvo 89 de los 230 escaños en la Asamblea Nacional, quedando lejos de la mayoría y obligada a negociar para poder gobernar. Su líder y próximo primer ministro, Luís Montenegro, pidió a la oposición que lo deje completar un mandato de cuatro años: “Los portugueses no quieren más elecciones anticipadas”, afirmó.
El presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, inició este lunes consultas con los partidos, como lo establece la Constitución, antes de invitar al ganador a formar gobierno.
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El gran protagonista de los comicios fue Chega, que empató en cantidad de bancas (58) con el Partido Socialista y podría quedar segundo cuando se sumen los votos del exterior. Su líder, André Ventura, celebró el fin del bipartidismo en Portugal y afirmó: “El sistema bipartidista se acabó”.
Fundado hace apenas seis años, Chega hizo su debut parlamentario con un solo escaño y desde entonces ha capitalizado el descontento social. Nacionalista, antiinmigración y con un fuerte discurso contra la corrupción, el partido se ha consolidado como una fuerza relevante, pese a recientes escándalos que involucraron a sus propios diputados.
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El ascenso de Chega refleja preocupaciones crecientes de la sociedad portuguesa, entre ellas la inmigración. El número de inmigrantes legales se triplicó desde 2018 y actualmente supera el millón y medio. Dos semanas antes de los comicios, el gobierno saliente anunció la expulsión de unos 18.000 extranjeros sin papeles, lo que fue interpretado como un intento de captar votos del electorado de derecha.
Otra de las principales preocupaciones es la crisis habitacional. Los precios de compra y alquiler de viviendas se dispararon en la última década, agravando el malestar en un país donde el salario mínimo es de 870 euros mensuales y el promedio ronda los 1200 euros.
Mientras tanto, el Partido Socialista quedó sin conducción tras la renuncia de Pedro Nuno Santos, luego de obtener el peor resultado desde 1987. Con tres elecciones en solo tres años y un nuevo Ejecutivo débil, Portugal enfrenta uno de los períodos de mayor inestabilidad política en décadas.
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