Pinamar: una ciudad versátil para visitar todo el año
¿Alguna vez pensaste en Pinamar más allá del verano? A un paso nuestra querida de Mar del Plata, esta localidad costera guarda rincones y momentos que sorprenden cuando el bullicio veraniego se apaga. Mientras muchos marplatenses la consideran sólo un destino de temporada alta, vale la pena descubrir sus encantos durante los meses menos transitados. Para quienes quieran darse una escapada de fin de semana, hacer un viajecito en micro a Pinamar desde distintos puntos resulta cómodo y accesible, con servicios que funcionan regularmente todo el año.
De médanos desnudos a bosque costero
La historia de Pinamar tiene algo de mágico que la distingue de otras ciudades balnearias. Corría 1943 cuando el arquitecto Jorge Bunge miró esos médanos desérticos e imaginó algo completamente distinto. ¿El resultado? Un proyecto ambicioso que transformó dunas salvajes en un bosque costero donde hoy conviven pinos, acacias y edificaciones modernas.
Caminar por la famosa Avenida Bunge permite entender esa transformación. El boulevard que conecta la Ruta 11 con el océano funciona como columna vertebral de una ciudad que nació planificada, con espacios abiertos donde aquellos primeros pinos plantados hace décadas siguen dando sombra a locales gastronómicos y tiendas que mantienen sus puertas abiertas más allá del verano.
Un litoral que nunca descansa
Las playas pinamarenses se extienden kilómetros y kilómetros, cada sector con características propias. Al llegar la primavera, cuando los vientos aflojan su intensidad, aparecen los pescadores con sus cañas mientras coloridas velas de kitesurf dibujan figuras contra el cielo más despejado.
¿Y en otoño e invierno? Ahí surge otra Pinamar. Las caminatas junto al mar embravecido regalan atardeceres increíbles sin las multitudes de verano. El frío salado en la cara y la soledad de la playa infinita crean una sensación difícil de explicar pero imposible de olvidar para quienes aprovechan estos momentos.

Naturaleza viva entre médanos y bosque
El Parque Dunas de Pinamar, hacia el norte de la ciudad, permite entender cómo lucía el paisaje antes de la intervención humana. Las pasarelas construidas sobre los médanos protegen el ecosistema mientras ofrecen una perspectiva única de la transición entre el bosque implantado y las dunas originales.
Las construcciones pinamarenses merecen capítulo aparte. Acá no surgieron edificios improvisados. Los chalets y residencias dialogan con el entorno en vez de imponerse sobre él. Durante el otoño, cuando los árboles se tiñen de ocres y rojizos, el conjunto arquitectónico parece fundirse con el paisaje en una postal que pocos turistas veraniegos llegan a contemplar.
Sabores locales sin tanto ruido
La cocina pinamarense aprovecha la cercanía del mar con propuestas que van más allá de los clásicos frutos marinos. Restaurantes acogedores mantienen sus fogones encendidos durante todo el año, mientras las cervecerías artesanales locales ofrecen producción propia para maridar con platos caseros.
Fuera de temporada alta, varios espacios culturales cobran protagonismo con muestras de artistas regionales, ciclos de cine y música en vivo. Son momentos donde el ritmo más pausado permite charlas distendidas con los lugareños y descubrir historias que el vértigo del verano suele tapar.
La cercanía entre Mar del Plata y Pinamar a veces juega en contra de redescubrir este destino vecino. Sin embargo, basta cruzar esos pocos kilómetros para encontrar un lugar que, en diferentes estaciones, muestra facetas sorprendentes para quienes se animan a mirarlo con ojos nuevos. Una forma sencilla de cambiar de aires.
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