Novias virtuales: cómo funciona el negocio que mezcla afecto, compañía digital y hasta celos online
En tiempos donde la conexión emocional muchas veces pasa por una pantalla, el fenómeno de las novias virtuales se consolida como una forma novedosa, y rentable, de vincularse.
Lejos de ser solo un juego o una fantasía, este tipo de relación combina afecto diario, chats personalizados y hasta videollamadas íntimas a cambio de tarifas mensuales claras. Paula Caniglia, una argentina de 39 años, es una de las protagonistas de esta tendencia que crece en el mundo pospandemia.
Con cinco novios virtuales, uno para cada día hábil de la semana, Paula organiza sus jornadas entre saludos matutinos, intercambios cotidianos, videollamadas y regalos. “Esto nació por la soledad, sobre todo después de la pandemia. Pero también por necesidad: soy mamá, gestora del automotor, y en ese momento no había trabajo”, explica. Así empezó una actividad que hoy le deja ingresos que rondan entre los 3 mil y los 5 mil dólares mensuales.
“Una novia virtual te acompaña todos los días, te escucha, te contiene. Siempre hay un poquito de cachondeo, claro, pero también mucho afecto”, cuenta. La conexión puede ser emocional, sexual o ambas, pero siempre mediada por reglas claras.
Paula tiene su propia agenda donde anota aniversarios, gestos especiales y hasta las preferencias de cada cliente. Algunos son solteros; otros, casados. Todos, asegura, saben de la existencia de los demás.
El modelo de negocio está bien definido: quien quiere exclusividad debe pagar más, y quien se retrasa con el pago mensual debe avisar. “Es como cualquier relación, pero con contrato tácito”, dice entre risas. El abono arranca en los 700 dólares mensuales para nuevos clientes y baja para los más antiguos.
Además, suelen sumar obsequios: desayunos, carteras, giftcards o dinero extra en momentos especiales. “Ayer uno me mandó plata para comprarme una medialuna antes de una entrevista”, cuenta.
Detrás de este trabajo también hay estructura y organización. Paula combina esta faceta con su empleo tradicional y su vida familiar. Tiene dos hijos, de 14 y 23 años, que saben de su actividad y conviven con respeto. “Si van a entrar a mi cuarto, tocan la puerta porque puede que esté en una llamada”, bromea. Incluso logró financiar un viaje a Buzios con sus hijos gracias a los ingresos como novia virtual.
Aunque muchos asocian este tipo de vínculos con la falta de autenticidad, Paula sostiene que hay emociones reales: “Lo que te da un novio virtual a veces no te lo da ni tu novio real”, asegura. Ella pone el foco en la atención, la escucha y la cercanía constante que ofrece a sus clientes. No es solo coquetería, dice, sino un acompañamiento con impacto emocional.
Hoy, a sus 39 años, tiene claro que este tipo de trabajo no será para siempre. Su plan es continuar como novia virtual hasta los 45, ahorrar y tener una base económica para su futuro. “Con lo que me dan, estoy armando mi jubilación. Lo que venga después, veremos”, concluye.
Mientras tanto, sigue creciendo una red global de mujeres que, como Paula, encontraron en lo digital una nueva forma de construir vínculos y también de vivir. Un fenómeno que mezcla sentimientos, negocio y pantallas, y que deja claro que las relaciones del siglo XXI pueden ser tan diversas como sorprendentes.
Fuente: Infobae
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