Mürren: el pueblo suizo donde los autos no existen y el tiempo parece haberse detenido
Allí no hay bocinas, ni semáforos, ni motores contaminando el aire: no circula ni un solo auto.
En pleno corazón de los Alpes berneses, a 1650 metros de altura, se esconde Mürren, un pequeño pueblo suizo que desafía la lógica del mundo moderno.
Fundado en el siglo XIII, este rincón alpino conserva una paz que parece de otro tiempo. Hasta hace no tanto, sus habitantes bajaban al valle en mula para conseguir provisiones. El aislamiento era parte del día a día. Hoy, esa desconexión se convirtió en un sello identitario que enamora a quienes buscan naturaleza, silencio y autenticidad.
El cambio llegó lentamente. Primero con un ferrocarril de vía angosta en 1891 que lo unió a Grütschalp. Más de un siglo después, en diciembre de 2024, se inauguró el Schilthornbahn, el teleférico más empinado del mundo, abriendo nuevas posibilidades de acceso sin alterar el espíritu del lugar.
Mürren alberga apenas 430 habitantes. Sus chalets de madera, senderos peatonales y restaurantes de cocina alpina forman una estampa digna de cuento. Allí, las relaciones humanas florecen al ritmo del paisaje: cercanas, simples, reales.
El turismo, inevitable, llegó a fines del siglo XIX, impulsado por familias británicas como los Lunn, que ayudaron a posicionar al pueblo como destino de esquí. Desde entonces, Mürren atrae visitantes para hacer trekking, escalar, volar en parapente o simplemente desconectarse.
Pero más allá del turismo o la postal, Mürren resiste. Se mantiene fiel a una forma de vida que prioriza el vínculo con el entorno y el ritmo humano por sobre la velocidad del progreso. En un mundo cada vez más acelerado, este pueblo demuestra que vivir lento también puede ser un lujo.
Fuente: TN
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