Milei pone a prueba su gestión en las urnas con el fantasma de la abstención y en el peor momento del Gobierno
El Presidente nacionalizó la campaña, bajó al territorio de Axel Kicillof y convirtió las legislativas provinciales en un plebiscito sobre sus medidas.
Javier Milei y Axel Kicillof ya están en el ring del domingo. La elección en la provincia de Buenos Aires, con ocho secciones electorales y una enorme heterogeneidad social, enfrenta al Presidente y al gobernador en un duelo de alto voltaje político.
Es un territorio que mezcla bolsones de pobreza e inseguridad con barrios prósperos, grandes extensiones rurales y ciudades vinculadas al campo. Pero hay un dato clave: el 75% del padrón está concentrado en solo dos secciones, la Primera y la Tercera.
Todas las encuestas le dan la razón al Presidente cuando anticipa un resultado ajustado. ¿Será realmente así? Hay un universo enorme de personas desencantadas que podrían no ir a votar y son muy difíciles de medir.
Kicillof, en el fondo, debería estar agradecido: Milei lo eligió como contrincante y lo puso en el centro de la escena. Cristina Kirchner, en cambio, quedó desplazada a un segundo plano.
Para Milei, esta no es “la madre de todas las batallas”, sino directamente la batalla final. Podría haber elegido concentrarse en las elecciones nacionales de octubre y restarle importancia a esta contienda provincial. Pero decidió otra cosa: ponerle el cuerpo, bajar al territorio y mostrar su impronta combativa.
Él mismo fijó el estándar con el que se medirá el resultado cada vez que repite su mantra: “Kirchnerismo nunca más”. Insiste con que esta elección debe servir para “ponerle el clavo al cajón” del espacio que gobernó el país durante casi dos décadas.
Desde el inicio, Milei buscó nacionalizar la campaña. Lo que no calculó es que, por errores propios, la economía luciría menos robusta en septiembre que en el primer semestre. Aunque el Gobierno intenta achacar la incertidumbre al “riesgo kuka”, la realidad se impone.
Lo que podía haber sido un plebiscito sobre la gestión de Kicillof y del kirchnerismo terminó transformándose en un plebiscito sobre la gestión del propio Presidente. Y ahí confluyen todos los problemas.
Para mantener a raya al dólar, el Gobierno intervino en el mercado oficial (MULC) y ya gastó más de 500 millones de dólares. Aun con tasas de interés altas, intenta evitar un rebote inflacionario en la previa de octubre. El objetivo es claro: contener la inflación y sostener un clima de estabilidad.
Pero el contexto político se enrareció con la filtración de los audios de Diego Spagnuolo, que involucran a Karina Milei con denuncias por manejos irregulares en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis); y una seguidilla de derrotas legislativas del oficialismo en ambas cámaras.
El Gobierno tardó una semana en reaccionar. Primero, optó por el silencio. Luego, habló de operaciones de la oposición. Más tarde, denunció maniobras de espionaje en la Casa Rosada y en Diputados. Finalmente, Milei terminó afirmando que el kirchnerismo lo quiere ”matar”.
Fuente: TN.
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