La interna bonaerense paraliza al peronismo nacional y profundiza el desgaste hacia 2027
La disputa de poder entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof bloquea cualquier intento de construcción nacional dentro del justicialismo. Gobernadores, intendentes y legisladores advierten que el conflicto deja al peronismo sin conducción y sin un proyecto claro para las próximas presidenciales.
La interna del peronismo bonaerense se convirtió en el principal factor de parálisis del justicialismo a nivel nacional. La pelea por la conducción entre Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador Axel Kicillof no solo afecta a los protagonistas directos: arrastra a todas las tribus del peronismo y condiciona la posibilidad de diseñar un proyecto competitivo hacia 2027.
En el interior del país, dirigentes de distintas provincias ven en la conflictiva relación bonaerense un foco permanente de tensión que erosiona al conjunto del espacio. Aunque no formen parte activa del contrapunto, coinciden en que la disputa impacta de lleno porque ambos sectores conviven bajo el paraguas de Fuerza Patria y comparten una identidad política común.
Algunos referentes son moderadamente optimistas y creen que las circunstancias electorales del próximo año forzarán un acuerdo. Para otro sector, la única salida es que Cristina Kirchner reconozca que su ciclo político ya no ofrece competitividad y dé paso a un liderazgo renovado. Del otro lado, hay quienes consideran que Kicillof debe profundizar su autonomía, mostrar volumen nacional y avanzar hacia el control del PJ bonaerense, incluso si eso implica romper definitivamente con La Cámpora.
Un peronismo sin orden ni conducción
La falta de síntesis en Buenos Aires —distrito que concentra el 40% del electorado y actúa históricamente como ordenador del justicialismo— mantiene al peronismo nacional en un estado de parálisis. “La interna de CFK y Axel afecta mucho porque la provincia ordena. Si eso no está, nada funciona”, reconoció un senador nacional.
En provincias del norte, centro y sur del país se repite la misma lectura: hay agotamiento frente al fuego cruzado entre kicillofismo y cristinismo, una dinámica que se profundiza y que deja al peronismo sin un liderazgo claro. “Estamos atados a lo que pase en la interna bonaerense”, admitió un diputado. “Cristina debería bajar la exposición, sino solo alimenta al Gobierno”, planteó otro.
Muchos intendentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) sostienen que, si el gobernador quiere consolidarse como figura nacional, deberá “patear la mesa” y ofrecer señales contundentes de conducción. En paralelo, algunos gobernadores ya analizan avanzar en un armado propio si la interna no se resuelve.
Un final de ciclo y un refugio político
Entre dirigentes del interior también circula una lectura más cruda: la disputa no sería por liderazgos nacionales en ascenso, sino por “el último refugio kirchnerista”. Desde esa óptica, la pelea se explica como la puja por conservar el bastión bonaerense ante un escenario de fin de ciclo.
Las dudas también alcanzan al propio Kicillof. Aunque hoy mantiene distancia de Cristina Kirchner, muchos consideran que su proyección nacional es escasa fuera de Buenos Aires y que ningún gobernador arriesgará capital político para involucrarse en un conflicto que no ofrece certezas.
Un 2026 decisivo
Dirigentes de distintas provincias coinciden en que 2026 será un año clave. El peronismo deberá ordenar su interna en Buenos Aires para evitar llegar desgastado a las próximas elecciones ejecutivas. Sin una síntesis en el principal distrito del país, el espacio quedaría obligado a una gran PASO que defina quién conduce y quién acompaña.
Mientras tanto, la interna bonaerense se prolonga y deja al justicialismo atrapado en una pelea que, lejos de resolverse, sigue fracturando al espacio político que históricamente se definió por su capacidad de ordenar y construir mayorías.

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