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    Hagamos una lista

    26 de septiembre de 2021 - 10:55
    Hagamos una lista
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    Aire: nada, casi nada,
    O con un ser muy secreto,
    O sin materia tal vez,
    Nada, casi nada: cielo.
    (...)
    Aire que respiro a fondo,
    De muchos soles muy denso,
    Para mi avidez actual
    Aire en que respiro tiempo.
    (...)
    A una creación continua
    -Soy del aire- me someto.
    ¡Aire en transparencia! Sea
    Su señorío supremo.

    Jorge Guillén

    Hagamos una lista: monóxido de carbono, dióxido de carbono, hidrocarburos no quemados, óxidos de nitrógeno, óxido de azúfre, anhídrido sulfuroso, y material particulado. No son elementos para un experimento de química. Son algunos de los gases y elementos contaminantes que emiten los caños de escape de los automóviles que funcionan con motores a combustión interna. Es decir, la gran mayoría.

    El monóxido de carbono es un gas muy tóxico que gana fama todos los inviernos porque es responsable de la muerte de muchas personas debido al mal funcionamiento de los calefactores hogareños. El exceso de concentración de dióxido de carbono colabora con el efecto invernadero que conduce al aumento de la temperatura del planeta. Los hidrocarburos no quemados son tóxicos, provocan irritaciones en los pulmones, los ojos y la piel. Existen distintos tipos de óxido de nitrógeno. El NO (óxido de nitrógeno) y el NO2 (dióxido de nitrógeno) se oxidan con el oxígeno de la atmósfera y se convierten en NO3 que al unirse con el hidrógeno, también presente en la atmósfera, se transforman en HNO3 o ácido nítrico. El óxido de nitrógeno también puede formar moléculas de N2O u óxido nitroso, que destruyen el ozono y colaboran con el efecto invernadero. El óxido de azúfre también se produce durante la combustión, aunque su emisión se ha reducido como resultado de mejoras en el refinamiento de las naftas. El óxido de azufre interviene en el fenómeno conocido como lluvia ácida que altera las características químicas del suelo y del agua y pone en peligro el equilibrio de los ecosistemas. El anhídrido sulfuroso tiene efectos perjudiciales sobre el sistema respiratorio, pero eso depende de los niveles de concentración que haya en la atmósfera, que suelen ser mayores en zonas industriales. El material particulado (sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro sódico, carbón, cenizas metálicas) es perceptible como humo negro o como bruma. Todos estos elementos pueden instalarse en el suelo o en el agua, acidificar el agua de lagos y arroyos, reducir los nutrientes del suelo, dañar cultivos agrícolas, alterar el balance nutricional de las aguas costeras y provocar lluvia ácida. También afectan la salud. Alteran la respuesta del sistema inmune, del sistema respiratorio y del sistema cardiovascular.

    La lista de gases contaminantes no es exhaustiva, tampoco lo es la descripción de sus consecuencias sobre el ambiente o sobre la salud. Usted puede pensar que exagero, que no es para tanto, que formo parte de un colectivo de hippies que complotan contra el progreso para obligarlo a usar una bicicleta, ese artefacto del pasado, o peor aún, para obligarlo a subirse a un colectivo o a caminar. También puede pensar que el avance tecnológico que ha reducido la emisión de gases contaminantes de los autos hace que su participación en este lío de la contaminación sea mínima. Al fin de cuentas, usted tiene derecho a utilizar su auto las veces que quiera, para lo que quiera. Otra posibilidad es que simplemente se encoja de hombros y piense o diga alguna variante de la frase “de algo hay que morir”. Este tipo de reacciones son comprensibles. Es normal que cuando nos cuentan sucesos negativos que pueden afectarnos nuestra primera reacción sea negarlos. Por ejemplo, las campañas de prevención sobre siniestros viales que utilizan imágenes o información sobre muertes y daños físicos tienen poca efectividad porque el mecanismo psicológico de la negación anula el mensaje.

    Haga el siguiente ejercicio. Cada vez que use su auto piense que está contaminando el aire que usted respira, pero también el que respiran sus seres queridos. Pregúntese: ¿Gasearía a mis hijos o a mis nietos con una sopa química tóxica, me gasearía a mí mismo? Luego piense si tiene la posibilidad de hacer ese viaje (entendido como cualquier movimiento desde A hacia B, no importa la distancia) de otro modo, piense cuáles son sus opciones. La próxima vez, si puede, elija alguna de esas alternativas. No es posible eliminar los autos como no es posible eliminar la necesidad ni el placer de movernos, pero sí es posible reducir su uso, elegir medios de viaje más amigables con nosotros y con el ambiente, exigir cambios en el diseño urbano de las ciudades y en la matriz energética de los países. Todas estas son razones por las cuales el 22 de septiembre de cada año se celebra el Día Mundial sin Autos.

    AUTOR

    Humberto Noel
    Humberto Noel

    Abogado. Ex Juez laboral.

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