Fútbol de verano, 50 años de una rica historia
No tengo registros de haber ido al estadio General San Martín en el tórrido verano del 68’ a observar Vasas de Hungría, Peñarol de Montevideo, San Lorenzo y River .
Si el casinero Alberto trabajaba de noche, en la bucólica tarde de la calle México y a la vuelta del Club los Andes, no volaba ni una mosca, sólo pasaba el heladero de "Laponia" el cual escuchábamos a 10 cuadras y al cual iríamos en su búsqueda desesperada. Esa noche cuando empezaba el fútbol de primera división en verano a 20 cuadras de mi casa seguro no contaría con mi joven presencia. No habría chance de compartir un chori, no existiría la mínima posibilidad de caminar con mi viejo esas cuadras en ese ritual que luego compartiríamos por mas de diez años.
Mar del Plata ya había evidenciado meses antes la sensación de pertenecer a la elíte del fútbol argentino. El viejo y querido Torneo Nacional ya había mostrado sus primeras páginas y en ellas Mar del Plata tuvo presencia con San Lorenzo. Campaña en la cual “el santo” logró empatarle al Racing Campeón Intercontinental en el mismísimo “cilindro”.
A partir de ese mojón de la historia, la ciudad ya tenía elencos clasificados directamente de su competitivo torneo local, la famosa plaza fija le otorgaba a nuestro fútbol una “cocarda” excepcional. Eso también facultaba a futuros organizadores a ver el balompié chacarero de otra forma.
El “San Martín” estaba al revés de lo que mi generación vio. Los arcos apuntados hacia Bahía Blanca y la Avenida Champagnat. Hasta que Don Alberto J. Armando, otrora Presidente de Boca Juniors, pensó en su mente futurista, que el escenario por excelencia del fútbol regional debía cambiar su orientación. Tan mal no le fue en su perspectiva. El Estadio General San Martín hasta que fue demolido fue un orgullo de la ciudad. El Minella lo devoró y la Liga Marplatense de fútbol pensó que sería un “negoción” su venta. Los años posteriores a su negociación implicaron clubes tan pobres como antes en algún caso y los menos aprovechando las regalías de la venta comprando terrenos que después fueron usufructuados para concretar villas deportivas. En esos 20 años “el San Martín” recibió de la mano del entrañable Oscar “el gordo” Martinez, el debut de Pasarella de número 3 ante Boca. Vimos a Carlos Miori jugando para Velez a prueba. Vimos el soporífero 0-0 de Argentina-Uruguay en el 77’. Vimos al Palmeiras, a la Selección de Checoslovaquia, Selección de Hungría, a Nacional y Selección uruguaya, entre otros.
Ya en la era del Estadio José maría Minella, luego del Mundial 78’, jugó Maradona, Alonso, Bochini, Chilavert, Rugeri y Agüero. Francescoli le metió un gol antológico a la Selección de Polonia, jugó el Cosmos con Beckembauer y Chinaglia, Independiente venció a River 4-3 en un cotejo fabuloso y trepidante, Boca le ganó a River, River le ganó a Boca, el clásico de La Plata se jugó a cancha llena y un verano, el del 94’ en la intendencia de Russak, el fútbol se fue a Mendoza produciendo un daño que costó mucho tiempo cicatrizar en la era Torneos y Competencias con Valentini.
50 años de grandes partidos y de fiascos de elencos que desprestigiaron el torneo. Fútbol de verano que hizo debutar técnicos y “volteó a otros”. Tester ideal de comienzo de temporada, con el debut de grandes estrellas y amargos estrenos de ídolos de barro. Verano de preliminares del gran Beto Galluzo con sus pibes de la ciudad y la zona que hoy se extrañan. 2018 que estuvo a punto de caerse y que se levantó a pesar de diferencias que parecían irreconciliables. Seguro debutarán Tévez y Prato. Jugará Aldosivi con Boca, partido que en 2017 el otrora elenco que nos representaba en círculo superior derrotara al “xeneise”.
San Lorenzo-Defensa y Justicia arrancan. Boca-River cierran. El cásico de la ciudad no podía irse sin pelearla. A pesar de esas diferencias siderales, de esos puntos que jamás se encontrarían, la plaza de la ciudad pesó mas que otro lugares que pagaban y prometían “el oro y el moro” para cubrir el posible hueco de Mar del Plata. 50 años de historia y de un nombre ganado por peso específico.
Pero el recuerdo de aquellas gloriosas noches del "San Martín" con gente en 4 ó 5 filas rodeando el alambrado olímpico junto a mi viejo viendo al "Gringo" Scotta ó al Pato Pastoriza, a Fernando Morena, al Flaco Menotti, ó a Mario Kempes no lo olvidaré jamás, como la caricia en los hombros de mi padre, el casinero, cuando podía zafar de la "casa de piedra".
Ernesto Gallardo – Periodista
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