Escándalo en el judo paralímpico: despojan del oro a Shahana Hajiyeva por fingir ceguera
La judoca azerbaiyana Shahana Hajiyeva fue despojada de su medalla de oro paralímpica y suspendida de por vida tras comprobarse que no tenía la discapacidad visual necesaria para competir. El escándalo reabre el debate sobre los controles de elegibilidad en el deporte adaptado y pone en alerta a las federaciones internacionales.
En un episodio que ha sacudido al mundo del deporte paralímpico, la judoca azerbaiyana Shahana Hajiyeva fue despojada de su medalla de oro obtenida en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, luego de que una investigación determinara que no cumplía con los requisitos de discapacidad visual exigidos para competir en su categoría. La sanción, comunicada por la Federación Internacional de Judo y la Comisión Médica Internacional, no solo incluyó la pérdida del título, sino también una suspensión de por vida para la atleta, acusada de haberse hecho pasar por ciega.
Hajiyeva, de 24 años, había competido en la categoría de hasta 48 kilos destinada a judocas con ceguera total o severa, y se había alzado con la medalla dorada en los últimos Juegos Paralímpicos. Sin embargo, durante los controles previos al Mundial de Judo de 2025, los exámenes médicos pusieron en duda su clasificación funcional. Tras una revisión exhaustiva, los especialistas concluyeron que no presentaba las limitaciones visuales necesarias para formar parte de esa categoría, lo que derivó en su inmediata descalificación.
El caso despertó un amplio rechazo dentro de la comunidad paralímpica, que exige mayor rigurosidad en los procesos de clasificación para evitar situaciones que atenten contra la equidad deportiva. La indignación creció no solo por la trampa cometida, sino por el impacto que tuvo sobre otras competidoras que se vieron injustamente relegadas en la competencia. La medida de la federación también busca enviar un mensaje claro: no se tolerarán conductas que comprometan la integridad del deporte adaptado.
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Aunque inédito por sus características, el caso de Hajiyeva no es el único episodio reciente que generó controversia en el deporte paralímpico. En Tokio 2020, el lanzador de peso malasio Muhammad Ziyad Zolkefli fue descalificado luego de haber llegado tres minutos tarde a su evento, pese a haber conseguido un récord mundial y el primer puesto. Su descalificación despertó protestas e incluso campañas en su defensa, aunque la decisión fue confirmada por los organizadores debido al incumplimiento del reglamento.
Algo similar ocurrió con la atleta española Elena Congost en los Juegos Paralímpicos de París 2024. Congost fue descalificada tras soltar por un instante la cuerda que la unía a su guía para asistirlo, un gesto noble que contradecía las normas del evento. Si bien perdió la medalla y su beca deportiva, su accionar fue ampliamente elogiado y se convirtió en un símbolo del espíritu paralímpico, resaltando que el deporte también puede ser una plataforma para los valores humanos.
La descalificación de Hajiyeva deja al descubierto una realidad compleja: si bien el deporte adaptado ha crecido en visibilidad y profesionalismo, también enfrenta nuevos desafíos. Entre ellos, garantizar que los sistemas de clasificación sean justos, transparentes y resistentes a fraudes. Las autoridades ya anticiparon que se revisarán los protocolos médicos y de elegibilidad con el objetivo de fortalecer la confianza pública y proteger los derechos de los verdaderos atletas con discapacidad.
Mientras tanto, el judo paralímpico y el deporte adaptado en general se enfrentan a un nuevo capítulo de introspección. No solo se trata de sancionar a quien cometió una falta, sino de preservar la credibilidad de una comunidad que durante décadas luchó por hacerse visible y ser reconocida por su esfuerzo, talento y honestidad.
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