El fin no justifica los medios. La Paz está más cerca.
Tuve la oportunidad de vivir estos últimos días en Colombia (Bogotá y Cartagena de Indias), por cuestiones académicas.
Fueron quince días muy intensos de visitas a universidades, conferencias, talleres, congresos, paneles con expertos internacionales y reuniones multinacionales de educación en ingeniería. Todo ello en una Colombia movilizada, conmocionada, que vivía días históricos. En ese marco, toda la actividad académica tomaba un perfil político y social de "educación por la paz". Los diálogos con colegas educadores, ingenieros, autoridades universitarias y con todos y cada ciudadano de Colombia, ayudaban a entender la verdadera dimensión de lo que estaba pasando, lo que se proponía, lo que se firmaba, lo que se votaba. Incluso, el rol de la educación en un país en conflicto. Además, ayudaban a distinguir las diferentes realidades y expectativas individuales, institucionales y sociales en un país con un sueño común: la Paz !
No hay discenso. Colombia y cada colombiano quieren la paz, la necesitan y la buscan con esperanza. Una esperanza compartida en la que no hay duda alguna. Es un fin único, ansiado y común; sea quien sea y se pare donde se pare, todos quieren la paz. Saben que ha llegado la hora de poner fin al conflicto que dividió a los colombianos durante más de cinco décadas. Saben que la paz es el único camino posible, la única salida, el único fin. Haber logrado eso es lo que verdaderamente hace merecedor del premio nobel al presidente Santos. Ahí está el mérito: haber instalado una conciencia colectiva sobre la necesidad de la paz definitiva y la reconciliación en el pueblo colombiano. Lo demás, es metodológico, casi instrumental, es la forma, no el fin. Pero no por ello menos importante.
Muy pocos colombianos votaron, muchos están arrepentidos de no haber votado, muchos pensaron que era solo un trámite, que la necesidad generalizada de la paz ya había ganado. No fue así. Pese a esa conciencia y coincidencia colectiva y al apoyo internacional en pleno, hubo un grupo importante de colombianos que, más allá de sus intereses políticos individuales, dijeron "así no". La explicación sintética me la dio un conductor de Uber en Bogotá: "No votamos por el si o por el no a la paz. Votamos por el sí o por el no a éste acuerdo para formalizar la ansiada paz".
Eso explica el resultado. Sobre todo para aquellos que pensábamos que ante un fin tan importante, vital, el plebiscito era solo un instrumento de validación democrático.
No hay dudas ni oposición ni negación sobre la paz, lo que hubo fueron dudas, oposición y negación a un acuerdo que costó mucho y que fue, según parece, lo mejor que el gobierno de Santos pudo conseguir. Dudas sobre la justicia transicional para quienes cometieron delitos de lesa humanidad. Oposición a alterar el orden democrático, dándole espacio en el congreso, sin que compitan por él, a narcotraficantes que robaron, secuestraron y mataron a sus propios compatriotas. Negación al olvido.
La Paz, como fin, no estuvo en discusión y no lo está hoy, post plebiscito. Pero "el fin no justifica los medios, estimado colega. Eso es lo que hemos aprendido", me dijo un reconocido profesor universitario "de la selva", que hizo campaña por el Sí.
Ese es un síntoma de madurez del pueblo colombiano que ahora, habiendo aprendido la lección, busca mecanismos consensuados para alcanzar la paz; busca medios justos para alcanzar el justo y común fin.
Dios ilumine a quienes les toca conducir esta segunda instancia de formalización de la paz en el marco del estado de derecho y la constitución colombiana. Con premios nóbeles solamente, no alcanza. Hace falta mucha empatía, mucho diálogo sincero y despojarse de intereses políticos individuales cortoplacistas. Hace falta honestidad intelectual y tolerancia. Se trata de lograr la confianza mutua necesaria entre todos los colombianos, no sólo para la paz, sino para reconciliar al país. Ese es el desafío que ha asumido Colombia el pasado 2 de octubre.
El fin no justifica los medios. Parece que aprendieron esa lección. Y tienen un fin único como país. Las bases están dadas.
Pese a lo que parece, se ha avanzado muchísimo en pro de la paz en Colombia. Aunque suene paradójico, los veo más cerca de la paz que nunca.
Ing. Roberto Giordano Lerena
Decano Facultad de Ingeniería Universidad FASTA
Secretario de Relaciones Internacionales del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería de Argentina (CONFEDI)
Aclaración: los conceptos vertidos de quienes opinan son absoluta responsabilidad del firmante.