El Cañón vuelve a soñar
Otro año, otro campeonato, otro sueño. Es así, así es el fútbol. Así es este club de barrio el cual supe vestir su gloriosa camiseta en 1979 con Fabián Onofri, Garramone, Coronel, Monópoli y tantos otros con la sabia conducción del mítico Walter De La Torre.
Otros apellidos, otra época, la misma pasión.
Ese espíritu amateur, ese “cacho” de “luna de Avellaneda” que está impregnado en cada rincón de su casa de la calle 11 de setiembre. “Almas” con la vida ya hecha, comerciantes, empresarios, amigos, gente que se ha comprometido de tal forma que hoy esta institución es parte de sus vidas, involucrando incluso por añadidura a sus familias.
Este fútbol local que genera añoranzas de épocas mejores y de historias emblemáticas, hoy transita caminos más complicados, mas pobres, menos trascendentes. A pesar de ello, los jóvenes y los no tanto, siguen manteniendo la llama viva del fútbol “chacarero”. Sin esos protagonistas directos del juego, verdaderos héroes anónimos, esta locura no tendría razón de ser. Pero los “sobrevivientes” de aquella época lírica del fútbol local, aún con sus canas y algunos “achaques”, generan y transmiten a los que juegan su pequeña o gran mística, su historia, su compromiso, su tiempo….fundamentalmente su tiempo.
En tiempos de comunicaciones al por mayor y de la “aldea global”, el club sigue siendo el estandarte, la bandera, la fortaleza que sigue fabricando el contacto “persona a persona”, el saludo, el abrazo, la sonrisa, el llanto, el compañerismo, la amistad y quizás poder conseguir un amor. El club, vínculo indestructible entre las personas, no debe desaparecer. Hay que cultivarlo diariamente con hechos concretos, con presencia, “atacando” con deporte y vida sana los flagelos que cada vez más acechan a nuestra juventud.
Señores, El Cañón”, aquí con su sencillez y su amor en cada año cuando el fútbol de Mar del Plata ofrece “volver a soñar” con un buen resultado, con una buena campaña y porque no con un título.
Ernesto Gallardo – Periodista
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