A los 63 años, y con más de medio siglo dedicado al bowling, en su paso por El Marplatense, Sergio Soru afirmó: “El bowling en mi vida es todo”. Comenzó a tirar bochas a los 9 años y desde entonces nunca se alejó de las pistas. No solo como deportista, sino también como emprendedor, heredando una pasión que nació en el seno familiar y se transformó en un verdadero legado.
La historia se remonta a principios de los años 70, en el recordado Club Atlántico Florida, donde funcionaban dos canchas de bowling. Allí, su padre, Mingo Soru, decidió apostar al deporte también como negocio y trasladar a toda la familia a San Cayetano para abrir un bowling propio. Desde entonces, el bowling quedó marcado a fuego en la familia: padres jugadores, tres hermanos vinculados a la actividad e hijos que continúan la tradición. Su hermana Sonia, es la actual campeona argentina y bicampeona nacional de la Liga.
El bowling tuvo su auge en las décadas del 60 y 70, cuando las pistas se multiplicaban, incluso en Mar del Plata, donde llegaron a desaparecer más de 220. Hoy quedan solo 9. “Es un deporte muy familiar, de amigos, de compartir”, señaló Sergio, quien además destacó el esfuerzo de los dueños por devolverle prestigio y un perfil más saludable. Para él, el gran desafío es acercarlo a los jóvenes.
En el plano comercial, su bowling se convirtió en una marca emblemática de la ciudad. Tras 34 años en el Club Argentino del Sud, una mudanza obligada los llevó a instalarse en otro lugar. Pese a la incertidumbre de la situación, el proyecto se fortaleció. “La marca la impuso la gente”, afirmó, resaltando la importancia de la atención, el servicio y el esfuerzo constante.
Hoy el bowling funciona como una verdadera empresa familiar, con más de una decena de personas trabajando entre salón, cocina, barra y administración. A eso se suma una joya única en el país: un museo del bowling, con camisetas de campeones argentinos y mundiales, palos históricos (desde los de madera hasta los actuales) y objetos que resumen décadas de historia. “Es un gusto que me di”, confesó Soru.
Consultado por las grandes figuras del deporte, recuerda talentos inolvidables: un jugador de Olavarría en los años 70, el marplatense Diego Penoni, cuádruple campeón argentino, y referentes como Omar Colman. En el bowling femenino, destaca a Sara López como una líder y emblema de la selección nacional. Y agregó: “Si bien no tuvo la suerte de ser campeona individual, fue una referente, una gran capitana de la selección. Llevó la camiseta hasta el último día y nos hizo querer mucho al bowling”.
De cara al futuro, manifestó que su deseo es que el bowling siga creciendo, y para ello se necesita un compromiso colectivo de todos los dueños de bowling. “Nos enfocamos más en lo comercial que en lo deportivo, y eso también es culpa nuestra”, reconoció. Por eso apuesta, en 2026, a sembrar la pasión en las nuevas generaciones y a trabajar en conjunto. “Si crece uno, crecen todos. El bowling es un deporte fantástico y no puede morir”, finalizó.

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