El arte y la cultura en tiempos de pandemia
Esta experiencia global de convivir con un virus que cambió radicalmente nuestras maneras de pensar y de actuar de la noche a la mañana nos invita a pensar en mundos que no fueron pero que podrían haber sido. ¿Cómo hubiera reaccionado la humanidad si el COVID-19 hubiera sido particularmente peligroso para los chicos? ¿Cómo nos hubiéramos enfrentado a esta pandemia si no hubiésemos tenido en operación un Ministerio de Salud? Cientos de preguntas nos invaden y nos invitan a reflexionar sobre lo que tenemos y lo que queremos como ciudadanos. Entre las infinitas preguntas que nos podemos plantear, hay una que desde Modo Verano nos resulta particularmente interesante: ¿cómo hubiera sido vivir en una pandemia encerrados en nuestros hogares sin producciones artísticas?
Pensar en cómo hubiera sido el ASPO sin música, sin libros, sin nuestros programas televisivos favoritos, sin teatro, sin películas, sin acceso a producciones artísticas de algún tipo nos hace dimensionar que en una vida sin arte, sin cultura, nuestra salud emocional estaría comprometida. Después de todo, el arte es el alimento para el alma.
La pandemia que enfrentamos nos mostró y nos recuerda a diario de manera irrefutable que cuando hablamos de salud, el bienestar físico es tan solo una de las dimensiones que los seres humanos debemos mantener en equilibrio para una vida plena. Esto se debe porque, como nos ha enseñado la psicología, las personas somos seres biopsicosociales: nuestra salud no depende de factores químicos-biológicos únicamente; nuestros pensamientos, emociones, nuestro comportamiento y nuestra vida en comunidad también son pilares centrales para dar batalla a las enfermedades.
El arte, al producirlo, al consumirlo, nos genera placer estético. Nuestros sentidos se estimulan al disfrutar de sonidos, texturas, palabras y colores. Al mismo tiempo, las producciones artísticas también nos generan el sentido de comunidad que nos humaniza y que tanta importancia tiene en este momento histórico donde la aldea global en la que veníamos viviendo se vio tan fuertemente afectada. El arte y la cultura, en un contexto de aislamiento, enfermedad y cambios son de los grandes paliativos que tenemos para transitar esta pandemia.
Los trabajadores del arte y la cultura, como en todas las otras áreas profesionales de nuestra sociedad, tuvieron el desafío de problematizar sus prácticas para poder dar respuesta a las demandas de un contexto lleno de contratiempos e incertidumbres. Los artistas, expertos en generar disrupciones y continuidades en la manera de percibir el mundo, apelaron a sus estrategias de reinvención para poder hacer llegar sus producciones a una sociedad rápida y profundamente vulnerada por la aparición de un enemigo virológico que nos hizo repensar lo que percibimos como normal.
El teatro, los conciertos, las entregas de premios, por ejemplo, se digitalizaron e hicieron accesible en los hogares mediante plataformas de contenido audiovisuales.
Frente a todo este panorama, uno no puede dejar de pensar como ciudadano en qué estamos aprendiendo de toda esto. Esta álgida experiencia compartida a nivel mundial nos hace dar cuenta de que el acceso al arte y la cultura es central para nuestras vidas. A los argentinos nos evidencia que necesitamos de un Estado que nos ofrezca un Ministerio de Cultura que no está desfinanciado y que proteja a nuestros trabajadores del arte locales. Un Estado que conciba a los bienes culturales como un derecho social y no bienes de consumo de lujo en un sistema de mercado. Que esta nueva normalidad que estamos armando juntos durante y luego de esta pandemia nos encuentre con una población cada vez más consciente de que los artistas son los médicos del alma, y que así como hay que mejorar las condiciones de trabajo de nuestros médicos y enfermeros, también tenemos que bregar por una sociedad que no relegue injustamente a los trabajadores del arte y la cultura a un segundo plano cuando de ellos ha dependido en gran medida que no caigamos en la insania en este momento de nuestras vidas.
David Rossell
Columnista de “La Nueva Normalidad” en Modo Verano con Adrián Caballero, por Radio CNN Mar del Plata FM 88.3.
Profesor del área de idiomas de la UBA. Con trabajo de especialización en el campo de Educación, Lenguajes y Medios en la UNSAM.
Instagram: @david.rossell