Desde Tío Curzio destacaron la propuesta gastronómica de la ciudad
Pasan los años, la ciudad luce distinta y cierran y abren nuevos lugares, pero uno de los únicos que se mantiene inamovible es Tío Curzio, en avenida Colón y la costa. Como un ícono marplatense, el reconocido restaurante está abierto desde 1965 y cada temporada adaptó su propuesta para ser el más elegido por locales y turistas.
Y no hay nadie mejor para dar precisiones acerca de la temporada que uno de sus fundadores, "Willy" Benedetti. En diálogo con Primera Tarde de Mitre (FM 103.7), explicó: "Tío Curzio, por diferentes motivos, fue una casa respetada por la gente. Es decir, siempre creyeron que era un lugar caro y al verlo, pensaban que estaba fuera de su presupuesto y ni preguntaban. Entonces, nos adecuamos al servicio y los platos, pero lo que notamos esta temporada es que vinieron muchos grupos de jóvenes que se comportaron de manera fantástica".
En este sentido, remarcó que este notable cambio en el público que visita la ciudad "disfruta de otra manera, son personas que la pasan bonito, comen bien y toman buen alcohol", ya sea solos o en grupo.
"Nuestra propuesta en la temporada fue buena. Sabíamos que íbamos a tener que prestarle atención al consumo y elaboramos una carta reducida, sin tantos platos, pero con doce de excelencia. Esa manera nos resultó gratamente y nos agradecieron mucho. No necesitaban mirar la carta, el mozo les contaba el menú del día y bastaba con eso", indicó.
"La propuesta gastronómica de Mar del Plata es muy buena en cualquier restaurante y a excepción de tres lugares, casi todos tenemos precios accesibles", comentó Benedetti sobre el abanico de propuestas que tiene Mar del Plata a la hora de comer afuera.
La memorable casona de Tío Curzio fue construida en 1929, pero el restaurante abrió sus puertas en 1965, años después de la llegada del italiano Curzio Benedetti al país. Según su relato, por aquellos años caminaba por Boulevard Marítimo y Colón, hasta que su mirada se desvió en un cartel que le robó la atención. Allí, quedó flechado y sintió que debía hacer algo por la ciudad e "impedir, al menos, que esta casa cayera bajo la piqueta demoledora".