Ciberbullying: “Tenemos que dialogar todos estos temas, quitarle solemnidad y ponerle amor y empatía”
La especialista Anabella Serventi se refirió a los problemas que encuentra la Justicia y la familia para abordar estas cuestiones: “Lo que tardamos en discutir una norma ya hace que la tecnología quede obsoleta”.
Los casos de ciberbullying se repiten constantemente y con el avance de la tecnología y los nuevos modos de comunicación, su alcance se ha disparado a límites insospechados, a la vez que la respuesta de la justicia o de las instituciones parece ir siempre detrás. Para la especialista Anabella Serventi es un tema al que hay que prestarle mucha atención, porque más allá del hecho en sí, las consecuencias que genera en quien lo sufre tiene que ver con reacciones como “aislarse socialmente, cambiar el patrón de sueño y de alimentación y en muchos casos llegar hasta el suicidio”.
En diálogo con Los datos del día, por Radio Mitre Mar del Plata, Serventi definió con precisión cuándo se debe considerar ciberacoso una situación: “Si vos no te estás riendo con el otro, ya es ofensivo. Una cosa es reírse con vos y otra cosa es reírse de vos. Si algo que están haciendo con tu nombre, con tu imagen, con tu información, a vos no te da risa y no te involucra, eso ya puede considerarse ciberacoso”.
De todos modos, reconoció la demora que sufre la Justicia con relación a estos temas: “Lo que tardamos en discutir una norma ya hace que la tecnología quede obsoleta”. Y de la misma manera aseguró que los adultos, debido a sus múltiples responsabilidades, no logran mantenerse al día con las herramientas tecnológicas que los jóvenes utilizan constantemente: “Entonces, no solamente se escapa desde la jurisprudencia, sino también desde nuestra vida cotidiana”.
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Al hablar de las consecuencias del bullying y el ciberbullying en las víctimas, la experta explicó que, aunque siempre ha existido, su impacto era menor en el pasado porque se limitaba a un entorno específico, como el colegio o el vecindario. “Vos después podías, no sé, cambiar de comunidad, te ibas a la universidad y de esto no había registro. Vos podías elaborarlo de otra manera”, indicó. Sin embargo, con las tecnologías actuales, “se nos va de las manos cuánto circula y hasta cuándo circula. Entonces, vos perdés completamente el control de quién lo ve, a quién le llega, cómo se difunde”.
Esto, según Serventi, genera “marcas de trauma que se pueden extender para toda la vida”. Además, destacó que, dado que estas tecnologías son recientes, aún no hay suficientes estudios sobre su impacto a largo plazo. También mencionó el uso de plataformas de difusión de contenido, incluidas las de contenido erótico, a las que acceden menores de edad, a menudo como un juego, sin comprender las consecuencias futuras.
“Encontrar ese material años después de uno mismo, aunque haya dado su consentimiento para eso, la verdad es que todavía no está muy estudiado cuáles son las consecuencias porque estamos con eso en curso”, subrayó.
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Asimismo, explicó que la pérdida de control sobre la difusión de contenido personal, la vergüenza, la falsificación de identidad y la difusión de información falsa generan un trauma profundo, ya que “la persona pierde confianza de cómo es visto con el otro. Nada de lo que yo haga en mi verdad personal alcanza para que el otro me vea. Porque el otro se puede dejar llevar por el comentario, por la noticia falsa, por la falsificación de identidad y yo no puedo hacer nada para recobrar ese control”.
En el caso de los adolescentes, Serventi enfatizó que el impacto es aún mayor, ya que están en un momento de construcción de su identidad. “Absolutamente, la identidad se pone en juego y los síntomas que aparecen típicos que podemos ver todos, tienen que ver con ansiedad y depresión, con baja y fragilización de la autoestima. Empiezan a aislarse socialmente, cambia el patrón de sueño y de alimentación y en muchos casos se llega al suicidio”, detalló.
En cuanto a las instituciones educativas y las familias, la psicóloga aseguró que “no todos los actores están preparados para trabajar en esto”. Y explicó que existen recursos, como la línea nacional 137 para denunciar el ciberacoso, pero estos no siempre son visibles o accesibles para los jóvenes: “Esos números tienen que estar visibles, por ejemplo, en todos los pasillos de los colegios, porque muchas veces los chicos tienen vergüenza de hacer mención de esto porque creen que pueden quedar más expuestos todavía a otro tipo de acoso”.
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Y reconoció que los adolescentes a veces evitan hablar con sus padres por temor a castigos, como la restricción del acceso a la tecnología. Por ello, recomendó buscar un “adulto de referencia”, que no necesariamente debe ser un padre, sino un tío, un vecino o el padre de un amigo. No obstante, la psicóloga instó a abordar estos temas desde otro lugar: “Tenemos que empezar a dialogar todos estos temas, quitarle solemnidad y ponerle mucho amor y empatía”.
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