Chile impulsa un cable submarino con China y crece la alerta regional por soberanía de datos
Especialistas advierten que, bajo leyes chinas de ciberseguridad e inteligencia, empresas proveedoras podrían verse obligadas a compartir información con Pekín.
Chile avanza en un tendido submarino, bautizado Chile–China Express, que uniría su litoral con Hong Kong, una iniciativa manejada con baja transparencia que abre interrogantes sobre soberanía y protección de datos en América Latina.
A diferencia del cable Humboldt (Google + Desarrollo País) anunciado con cronograma y socios identificados, este proyecto aparece listado en la industria como “en progreso” con información escueta sobre financiamiento y condiciones.
El punto crítico, señalan fuentes del sector, no es solo tecnológico sino regulatorio: la Ley de Ciberseguridad y la Ley de Inteligencia Nacional de China obligan a empresas y ciudadanos a cooperar con los servicios de inteligencia, lo que podría habilitar pedidos de acceso a información que circule por infraestructura operada por firmas chinas, incluso fuera del territorio continental.
La inquietud excede a Chile. Por la interconexión regional, tráfico de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Perú o Ecuador podría enrutar por ese cable, exponiendo datos sensibles de millones de usuarios y de infraestructuras críticas.
Organizaciones como Safeguard Defenders ya documentaron, en paralelo, mecanismos de proyección extraterritorial de Pekín (p. ej., “estaciones de policía” para control de diásporas), lo que refuerza la lectura geopolítica del caso.
El contraste con el Humboldt es nítido: consorcio público-privado, hoja de ruta y gobernanza más alineada a estándares occidentales de transparencia. Sin afirmar que un modelo sea “inocuo”, analistas remarcan que la opacidad contractual, habitual en acuerdos chinos según estudios como AidData, dificulta auditorías y control ciudadano sobre activos estratégicos.
En el tablero mayor, el cable Chile–China Express se inserta en el objetivo declarado de Pekín de liderar las telecomunicaciones globales. Para la región, la discusión ya no es si conviene sumar capacidad transoceánica, necesaria, sino cómo: con reglas claras, evaluación de riesgos y garantías de soberanía de datos antes de atar, bajo el mar, parte del futuro digital latinoamericano.
Fuente: Infobae
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