Caballos sueltos por las calles de Mar del Plata: “En la periferia la situación es un desastre”
Lo aseguró Florencia García Maceiras, que se dedica a rescatar a estos animales. “Estamos en 2025 y siguen utilizando caballos para carros”, se lamentó.
La creciente presencia de caballos sueltos en Mar del Plata es un problema que, aunque históricamente se limitaba a barrios periféricos o zonas rurales del Partido de General Pueyrredon, ahora se extiende incluso a zonas urbanas o céntricas, como se pudo ver recientemente en un video viral en el que una tropilla transitaba por la avenida Juan B. Justo. Sobre este temas, la rescatista de equinos, Florencia García Maceiras, calificó a la situación como “un desastre” y resaltó que los carreros de antes tenían códigos: “Los cuidaban mejor; ahora no, los exprimen”.
Sobre cómo observa la situación, la rescatista fue categórica: “En la periferia es un desastre, siempre lo fue y sigue siéndolo. Porque al poblarse más estas zonas, con los temas de los countries y nuevos asentamientos, los espacios donde antes se ataban los caballos se han reducido. Entonces, los dejan sueltos. No tienen marca ni forma de identificar a los dueños”.
En ese sentido, recordó en diálogo con Los datos del día, por Radio Mitre Mar del Plata, que “antes, en otros tiempos, se llevaban los caballos a Caballería, se cobraba una multa a los propietarios. Ahora sale más caro pagar la multa que comprar otro caballo, así que no resuelve nada”.
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Por otra parte, García Maceiras se lamentó que “estamos en 2025 y siguen utilizando caballos para carros, porque una moto o un motocarro implica pagar seguro, nafta, reparaciones”. Y resaltó que en contrapartida “al caballo lo explotan hasta que no da más. Hay caballos viejos, con deformaciones, artritis, enfermos, yeguas preñadas. Cuando ya no sirven, roban otro”.
Tras señalar que los carros están en el centro porque ya no hay espacio en la periferia, García Maceiras comentó que actualmente está manteniendo a un grupo de caballos, pero que cada vez se hace más difícil: “No hay factura que cubra el sacrificio que implica. Les doy una buena ración de alfalfa por la noche, pero se complica cada vez más. El cupo para rescatar más caballos ya está lleno, así que me enfoco en darles la mejor calidad de vida posible a los que tengo”.
Por otra parte reconoció que no es fácil darlos en adopción, porque los caballos que rescatan “están arruinados, muchos con problemas físicos graves, como faltarles una oreja, un ojo o estar en tres patas. No son para alguien que quiere ‘un caballito para su nene’. Necesitan un campo, un lugar adecuado, y no un simple lote, porque si no, terminan robados o sacrificados”.
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García Maceiras contó entonces qué es lo que padecen la mayoría de los caballos que son usados para este fine. “Cuando están en el asfalto, deberían tener herraduras, pero no las tienen. Además, se ven yeguas preñadas, con aperos mal puestos, frenos hechos de alambre en vez de los adecuados. La gente que está más informada ahora reconoce cuando un animal está exhausto, flaco, raquítico, porque no les dan de comer ni una ración adecuada”.
Y concluyó resaltando una cuestión de códigos respecto de esa actividad: “Los carreros de antes cuidaban mejor a sus animales, les daban descanso, comida. Ahora no, los exprimen, los llevan al microcentro sin importarles, porque no hay regulación ni control”.
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